Tenemos otro médico de altura en nuestra red de medios de informaciones dirigidas a médicos, farmacéuticos y otros actores del sector salud.
Son las 11:00 en punto de la mañana, con puntualidad suiza la secretaria avisa y el entrevistado, con gran sonrisa cruza la puerta de su despacho, y recibe. Herbert Stern, prominente oftalmólogo y con estudios en diabetes y otras especialidades, pinta un sol más que una nebulosa con respecto a los temas que toca. Huye del extremismo cuando se refiere a un tema escabroso.
Se podría decir que le inunda la frialdad alemana, que hereda por parte de su padre, cuando tiene que definir un aspecto de la realidad dominicana o de la condición humana.
De sus ancestros nórdicos, queda claro, que heredó y se benefició más que de la estatura.
Especialista en diabetes, reconocido oftalmólogo, ese es Herbert Stern tan dominicano como una cepa de plátano. Pero si su nombre resulta exótico o extraño, al entrar en contacto con él uno se da cuenta que éste es un ser humano que no tiene nada de complejidades absurdas o complicaciones.
Verbi gratia, de entrada: la medicina no es ninguna especie de sacerdocio. El sistema de salud en el país no es un desastre. Es más bien mejorable. Es que la voz del especialista en oftalmología, resulta a todas luces, tendente a ser fresca, orientadora.
Eso sí defiende a los médicos a regañadientes. A lo largo de toda la conversación, siempre aparece la humanidad que el médico representa, establece que es un terreno de precariedad en el que éste se desenvuelve. No deja espacio para dudas, y hace todo el esfuerzo para que se entienda de que el médico está lejos de ser un villano o de que vive en una nube de confort y bienestar.
“Hay muchos médicos que pasan trabajo para llegar a fin de mes. Por eso tienen que buscar otro trabajo”, dice.
La suya es una voz que tiende a sonar que clama en el desierto: “ El médico no tiene seguridad, ni ayuda. Tiene que haber alguna manera de que no lo traten igual, pues trabaja en el sector salud, y lo que beneficia al médico va a beneficiar al paciente”, dice con claridad meridiana.
Pero esto no le quita filo al juicio, y estima que la actual embestida de la Dirección General de Impuestos Internos (DGII) contra los médicos, no es asunto particular contra éstos, “sencillamente el Estado necesita más recursos y hay que buscarlos”, asegura Stern.
Lo que un médico gana actualmente por consulta, le resulta escandaloso. 270 pesos. Hay que buscarle solución a esto. Eso dice. Y apunta a que las ARS, el Estado, deberían trabajar en ello, y abocarse a una negociación que termine con esta injusticia, como ocurre en otros países.
“En otro país el Estado cubre un determinado costo por la consulta… si el paciente desea pagar la consulta en un sitio más exclusivo que la pague, pero el Estado debe garantizar siempre la salud a la población que lo necesite. Pero la salud no puede ser regalada y el concepto debe ser revisado, y eso el paciente lo entiende pues ve el esfuerzo que hace el médico”, señala Stern, quien es director de la Clínica de la Oftalmología de Santo Domingo.
Poner las cosas claras, regularizarlas, pide, para que sean mejorarlas. En ese sentido plantea acuerdos, reglas, y señala que entre la ARS, el CMD, las universidades, el Estado, sociedades especializadas, deben establecer qué número de médicos ejercerán la medicina, pues actualmente se producen sin planeación, y esto crea, excedentes.
“Si se siguen formando médicos así va a llegar un momento en que no le vamos a encontrar sitio”, sentencia.
Visión de sistema
A juicio de Stern en el país existen todos los aspectos para hacer una medicina de excelente calidad. Lo que apela es que haya rigurosidad, la aparición de una criba. “Aquí las universidades están produciendo y graduando médicos no por planificación sino de acuerdo a intereses”, especifica y señala lo difícil que es hacer este procedimiento en otros países, donde se requiere el grado de excelencia.
Para el hijo de un alemán práctico que llegó al país en 1939, y una jacaguense que ha escrito libros de poesía, estamos en un punto en el que es vital que el dominicano empiece a creer en la calidad del médico, pero para llegar “tenemos que ofrecerle una retribución justa a éste”.
Lo dice con palabra elegante. El sistema de salud no es catastrófico, es mejorable, y la mayoría de médicos dan un buen servicio, son las excepciones las que se abocan a hacer diabluras. Insta a sectores involucrados a echar ganas.
En ese sentido dijo que se deben graduar más técnicos para el sector salud.
Su libro de medicina.- Como a su madre la llamó la poesía, y a su padre los negocios, a Stern lo llamó en cierta ocasión, la música, y más bien el piano. Pero, terminaría en la medicina, ya que el episodio de ver a su hermana enferma, lo marcaría para siempre.
De ahí que ya consagrado, se decidiera a escribir un libro sobre la oftalmología, para en el transcurso encontrarse con datos que lo llevarían a un texto más abarcador y ambicioso: “Apuntes y documentos para la historia de la medicina dominicana del siglo XX”. Son dos tomos. Gruesos y elegantes, de respetables lomos.
Le llevaron 15 años. Luego para publicarlo, buscó ayuda, pero terminó costeándolos de sus bolsillos. Hoy en día este es un título fundamental, un libro que se para solo en cualquier mesa.
Algo que aprendió en el proceso de elaboración del texto: “con el perfil del egresado de todas las universidades de medicina, me di cuenta que no sabemos qué queremos”.
Demandas
La demanda es un derecho del paciente se siente lesionado, asegura Stern; sin embargo -dice- el problema es que en la actualidad no hay una normativa que oriente a un juez, ignorante de la medicina, cuando un médico actuó correctamente.
Para cuidarse, no duda en aconsejar que el médico guarde récords, tome notas.
En relación a las redes sociales, opina que se deben manejar con cuidado, y que en éstas sólo se deben tratar situaciones puntuales, como orientaciones respecto a consultas, pero que el cara a cara, la consulta, es insustituible.
Respecto a la tecnología, su especialidad, la oftalmología, se ha valido mucho, y no duda en calificarla de maravillosa. Es de vital importancia, no obstante, sigue creyendo con firmeza que a pesar de que se tengan todos los aparatos, es difícil hacer un diagnóstico sólo tecnológicamente.
“Siempre el criterio del médico es fundamental”, dice este médico que ha cruzado con éxito distintas especialidades y quien estima que “el criterio del médico es fundamental”.
Sujeto activo:
El presidente de la Clínica Oftalmológica de Santo Domingo se siente satisfecho de los avances que ha tenido esta especialidad, y asegura que aquí se tratan los casos más complejos. Ya eso de ir a Miami, como estilaba el fenecido ex presidente Joaquín Balaguer es cosa del pasado.
Problemas comunes de la vista siguen siendo los mismos, pero ahora hay más conciencia y la gente acude con más frecuencia, pero apuesta a que el paciente sea un ente más activo, y que empiece a educarse desde la escuela.
“En la escuelas públicas deben pedir a los niños el examen oftalmológico como lo hacen en las escuelas privadas ya”, estimó.
A las 11:55 Stern me obsequia los dos tomos. Rubrica la firma, la dedicatoria aunque huye del garabato, tiende a la escritura enrevesada del especialista. Pesa el texto “Apuntes y documentos para la historia de la medicina dominicana del siglo XX”, como la trayectoria de este especialista oftalmológico que la sociedad en sentido general ven con buenos ojos.
Por Eloy Alberto Tejera