Dr. Escipión Oliveira Solari

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En el siguiente artículo el experto en oftalmología e historia de la medicina, doctor Herbert Stern, resume la vida profesional de su colega el doctor Escipión Oliveira Solari.

Les dejamos el contenido:

El doctor Oliveira fue un distinguido médico y cardiólogo, nacido en la República Oriental de Uruguay en mayo del 1927. Fue siempre un amante del deporte y de la naturaleza, jugando fútbol en su país natal.

Desde temprana edad manifestó su liderazgo al pertenecer al consejo de la Facultad de Medicina, en la ciudad de Montevideo, Uruguay.

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Hijo de padre veterinario y madre maestra, laboró desde su graduación de la universidad como internista, y de acuerdo a un escrito del doctor Antonio Turnes, participó en 1957 en la primera diálisis peritoneal realizada en Uruguay.

En 1958, se trasladó a México, a estudiar cardiología al Instituto Ignacio Chávez. En ese prestigioso centro de reconocimiento mundial, fue residente y llegó a ser jefe de residentes.

Allí conoció a la que sería su esposa, la doctora Norma Gómez Patiño, quien también cursaba estudios en ese instituto. Al finalizar sus estudios y ya casado, se trasladó a Santo Domingo, en donde ingresó al hospital Salvador B. Gautier, formando parte de un departamento de cardiología importante a principios de los años 60. En ese hospital se encargó del departamento de electrocardiología.

La medicina en la Segunda República (II)

El doctor Oliveira aparece como uno de los fundadores de la Sociedad Dominicana de Cardiología, en las primeras actas de esa asociación. De hecho fue uno de los sustentantes de una moción para que en el país se creara un Instituto de Cardiología que debería llevar el nombre del Dr. Manuel A. Tejada Florentino.

Otra de las profesiones que ejerció tanto en Uruguay, México y República Dominicana, fue la de periodista. A los 16 años se inició en este oficio en el diario El Telégrafo, de su ciudad natal, Paysandú, donde escribió durante dos años.

“Entonces el periodismo era muy distinto al de ahora. El periodista tenía que hacer de todo: artículos, noticias, reportajes y luego venir a corregir las pruebas. Era la época de las galeras”, contó una vez él mismo. Mientras estuvo en México periódicamente enviaba artículos que eran publicados por El Telégrafo, mientras trabajaba en la revista “Siempre”, donde aparecían sus trabajos con un seudónimo.

Escribía generalmente de historia, de acuerdo al trabajo publicado por el doctor Antonio Turnes.

Participaba activamente en todos los congresos de cardiología que se realizaban en el país. Participó y presentó trabajos sobre enfermedades coronarias en los Congresos Mundiales de Cardiología de Buenos Aires, en 1978 y de Moscú, en 1982.

Publicó más de cien trabajos sobre temas de cardiología en revistas nacionales y extranjeras, y los libros de fisiología de buceo y ciguatera.

Perteneció a la Asociación Médica Dominicana, hoy Colegio Médico Dominicano (CMD), la Sociedad Dominicana de Cardiología, miembro fundador, la Asociación Médica del IDSS, y la Sociedad Española de Cardiología.

Fue miembro del comité gestor de los XII Juegos Centroamericanos y del Caribe y fundador de la Federación Dominicana de autismo.

Fue condecorado con la Orden de Cristóbal Colón, junto a otros médicos; reconocido como “Munícipe Distinguido” por la Sala Capitular del Ayuntamiento de Distrito Nacional, en 1997 y fue también el primer decano de la Facultad de Medicina de la Universidad Iberoamericana (UNIBE).

Fue un destacado profesor en el hospital Gautier y en las universidades del país, tanto en la UASD como en UNIBE. Muy recordadas sus clases de semiología, (estudio de los signos y síntomas de los pacientes).

Escribía una columna titulada Cuadernos de bitácora, nombre dado por su pasión por la navegación, que luego dio lugar a un libro publicado en UNIBE.

Hombre honesto, sencillo, sincero y gran médico, dejó una profunda huella en todos sus amigos y pacientes. Falleció en Santo Domingo en diciembre del 2000.

Por el doctor Herbert Stern