Estados Unidos.- Es poco probable que las vacunas contra el COVID-19 provoquen una rara enfermedad inflamatoria vinculada con la infección de coronavirus en niños, de acuerdo con un análisis de datos del gobierno de Estados Unidos que fue publicado el martes.
La enfermedad, conocida formalmente como síndrome inflamatorio multisistémico en niños, provoca fiebre y síntomas que afectan a por lo menos dos órganos y a menudo incluye dolor estomacal, salpullido o enrojecimiento de ojos. Es una complicación inusual en niños que han enfermado de COVID-19, y muy rara vez afecta a los adultos. La afección suele llevar a la hospitalización, pero la mayoría de los pacientes se recuperan.
En información publicada en Listín Diario se deja ver que por primera ocasión la misma fue reportada en Reino Unido a principios de 2020, a menudo se confunde con la enfermedad de Kawasaki, que puede causar inflamación y problemas cardiacos.
Desde febrero de 2020 se han reportado más de 6.800 casos en Estados Unidos, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés).
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Como parte del monitoreo de seguridad de la vacuna contra el COVID-19, los CDC y la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) incluyeron la afección a una lista de posibles complicaciones de especial interés.
Unos cuantos casos reportados en personas sin evidencia detectable de infección por coronavirus llevaron a los investigadores de los CDC y de otros lugares a realizar el nuevo análisis, el cual se publicó el martes en la revista The Lancet Child & Adolescent Health.
La posibilidad de que, de algún modo, las vacunas puedan provocar la enfermedad es sólo teórica y el análisis no encontró ninguna prueba de ello, comentó el doctor Buddy Creech, coautor del análisis y especialista en enfermedades infecciosas pediátricas de la Universidad de Vanderbilt, que dirige un estudio sobre el efecto en los niños de las vacunas contra COVID-19 desarrolladas por Moderna.
“No sabemos cuál es la contribución exacta de la vacuna a estas enfermedades”, dijo Creech. “La vacuna por sí sola, en ausencia de una infección precedente, no parece ser un desencadenante sustancial”, añadió.
El análisis incluyó datos de los primeros nueve meses de la vacunación contra COVID-19 en Estados Unidos, de diciembre de 2020 a agosto de 2021. Durante ese tiempo, la FDA autorizó el uso de la vacuna contra COVID-19 desarrollada por Pfizer para jóvenes de 16 años en adelante; lo amplió en mayo para abarcar a los menores de 12 a 15 años, y autorizó las vacunas de Moderna y Johnson & Johnson para las personas mayores de 18 años.
Los resultados muestran que la enfermedad inflamatoria podría ocurrir luego de la vacunación en uno de cada un millón de niños que han contraído COVID-19, y en uno de cada 3 millones que no tienen evidencia detectable de una infección previa de coronavirus.