Aunque no las identificó, el procurador especial para persecución de delitos de la salud aseguró que hay complicidad de algunas farmacéuticas en el negocio de falsificación de fármacos, el cual dijo está creciendo en el país.
Otros factores citados por el doctor Rafael Brito es la falta de inspectores de salud.
Afirmó que ese crecimiento no ha sido proporcional a la cantidad de inspectores de vigilancia sanitaria que tiene el Ministerio de Salud Pública.
Brito entiende que hay niveles de complicidad entre quienes producen los productos no aptos para la población y quienes los distribuyen.
Puso como ejemplo el caso de un laboratorio autorizado para operar en Santiago, cuyo nombre no reveló, al que le incautaron fármacos no autorizados por Salud Pública y otros con registros sanitarios que no les correspondían.
El procurador adjunto describe que las medicinas que con más frecuencia se falsifican o adulteran son las destinadas a bebés, niños y adultos mayores, entre {estos, los analgésicos, antibióticos, medicamentos para los hipertensos, para prevenir las enfermedades cardiovasculares, los que son para la potenciación sexual masculina, así como anticonceptivos.
Explicó, además, que los productos no sólo se falsifican en el país, sino que en ocasiones provienen de otros lugares.
Citó el ejemplo de un cargamento que llegó de Venezuela a mediados del año pasado, donde se incautó un antibiótico de alta potencia llamado “Meronem”, que por lo general se les administra a los pacientes alérgicos a la penicilina.
Reveló que cuando lo analizaron en el laboratorio encontraron que estaba hecho a base de penicilina.
“Yo quiero que usted sepa que se han hallado pastillas para el dolor menstrual o cualquier dolor, que no son más que ácido bórico, tiza de las que se usan para escribir en los pizarrones con algún tipo de colorante. Antibióticos que dentro no tienen más que harina”, expresó, en declaraciones que produce el periódico Diario Libre.