Una pequeña proporción de todos los cánceres está vinculada a predisposición genética, la cual puede oscilar entre el 1% y el 2% y puede llegar a ascender a 30%, dependiendo del tipo de cáncer.
Así lo explica en este artículo exclusivo para lectores de Resumen de Salud, el doctor Jeffrey Boyd, del hospital Baptist Health International Florida.
El especialista expone sobre la genética en la patogénesis del cáncer, la evolución de la genómica del cáncer y el papel de la medicina genómica en el tratamiento del cáncer, pronóstico y diagnóstico.
A continuación el contenido de la entrevista realizada al especialista:
¿Qué función desempeña la genética en la patogénesis del cáncer?
El cáncer es una enfermedad genética, lo cual no significa que todos los cánceres estén relacionados con una propensión hereditaria sino que la acumulación de mutaciones genéticas adquiridas en las células de algún órgano es lo que impulsa la patogénesis del cáncer.
Por lo general, una sola célula sufre una mutación en un gen crucial implicado en la proliferación celular o en otra característica de la célula cancerosa, lo que coloca a esa célula en situación de ventaja en cuanto a supervivencia con respecto a sus vecinas. (Estas se denominan mutaciones «oncoiniciadoras», a diferencia de las mutaciones secundarias que no surten efecto alguno en el desarrollo o la evolución del cáncer).
Esta mutación inicial aumenta la probabilidad de que suceda una segunda mutación crucial, una tercera, una cuarta, y así sucesivamente hasta que un conjunto de células derivadas de una sola célula precursora se convierte en un pequeñísimo tumor maligno.
La cantidad de mutaciones oncoiniciadoras cruciales necesarias para contraer cáncer varía según el tipo de tumor pero se cree que el intervalo varía de dos hasta tal vez 12. En este sentido, la mayoría de los cánceres son «esporádicos» puesto que la mutación inicial y las posteriores mutaciones oncoiniciadoras se adquieren después de nacer en la(s) célula(s) de un órgano específico.
Una pequeña proporción de todos los cánceres está vinculada a predisposición genética. Dicha proporción oscila entre el 1% y el 2% y puede llegar a ascender a 30%, dependiendo del tipo de cáncer. En el caso de estos cánceres, la mutación oncoiniciadora se hereda de uno de los padres y, por consiguiente, está presente en todas las células del organismo.
Por motivos escasamente claros, las células de algunos órganos más que otros tienen una mayor probabilidad de presentar las mutaciones oncoiniciadoras adquiridas adicionales que se necesitan para contraer el cáncer, según se explicó anteriormente. Un ejemplo de esto es heredar un gen BRCA1 o BRCA2 mutante y la predisposición a sufrir el síndrome hereditario de cáncer de ovario y de mama.
¿Cómo explicaría la evolución genómica del cáncer y el papel que desempeña la medicina genómica en el tratamiento, la prognosis y el diagnóstico del cáncer?
Durante las últimas décadas los investigadores de cáncer han ampliado gradualmente sus conocimientos sobre el «mapa genético» o la «arquitectura genética» de los distintos tipos de cáncer. Ahora comprendemos con relativa claridad el catálogo de genes oncoiniciadores que con frecuencia mutan en todos los cánceres comunes.
Estos conocimientos se han ampliado todavía más en el transcurso de los últimos 10 a 15 años, gracias a la información y al desarrollo de tecnologías. La información proviene de la culminación del Proyecto Genoma Humano que describe la secuencia de todo el genoma humano y de los aproximadamente 20.000 genes que componen nuestro genoma.
La tecnología se deriva del desarrollo de la «siguiente generación» de instrumentos para la secuenciación del ADN. En conjunto, esta información y la tecnología nos permiten secuenciar todo el genoma de muchos cánceres muy rápidamente y a un costo mucho más reducido que en años anteriores.
Más aún, resulta posible distinguir las mutaciones oncoiniciadoras de las secundarias en los diversos tipos de cáncer. La capacidad de realizar esta distinción es crucial porque, en teoría, si la proteína mutante producida por un gen oncoiniciador fuera la diana de un fármaco que bloquea su actividad, o si fuera posible actuar simultáneamente sobre varios productos de genes oncoiniciadores, entonces sería posible invertir la naturaleza maligna de las células cancerosas que albergan estas mutaciones.
Estos fármacos generalmente son pequeñas moléculas o anticuerpos que interfieren específicamente con los productos de los genes oncoiniciadores mutantes y, en consecuencia, resultan más eficaces y menos tóxicos que los agentes quimioterapéuticos citotóxicos tradicionales que son venenos no específicos que sencillamente exterminan las células en división.
Este nuevo enfoque oncoterapéutico a menudo se denomina «medicina de precisión», «tratamiento personalizado» o «tratamiento dirigido», términos estos que esencialmente aluden al mismo proceso surgido a partir del campo emergente de la medicina genómica.
Además de la oncología de precisión, conocer la arquitectura genética de un tumor específico a menudo arroja información con respecto a la prognosis. No existen dos cánceres iguales en cuanto al conjunto de mutaciones oncoiniciadoras presentes, ni siquiera aunque pertenezcan al mismo órgano de origen, por ejemplo, dos cánceres de ovario, dos cánceres de colon o dos cánceres de próstata.
Conocer el perfil de mutación de un cáncer específico no solamente resulta útil para guiar el tratamiento personalizado sino también para predecir si el cáncer tendrá una probabilidad de comportarse de un modo más o menos agresivo, lo que además brinda información útil para crear un plan de tratamiento personalizado para ese paciente específico.
Por último, la arquitectura genética de un tumor a veces resulta útil para identificar en qué tejido se originó el cáncer. Cuando se diagnostica un cáncer después de metastatizarse de su lugar de origen, en ocasiones es difícil identificar el tipo de cáncer.
Sabemos que es más probable que existan ciertas mutaciones genéticas en determinados tipos de cáncer en comparación con otros, lo que contribuye a realizar un diagnóstico adecuado y, según se indicó anteriormente, a ofrecer un plan de tratamiento personalizado más eficaz para dicho paciente.
¿Cómo se evalúa el cáncer de mama en cuanto a su arquitectura genómica?
Tal como se mencionó anteriormente, el mapa genético de cada cáncer es diferente, incluso entre cánceres del mismo tipo como el cáncer de mama. Reconocer este fenómeno ha conllevado a la clasificación de tumores según su perfil genético y no en función de sus características clínicas o patológicas.
El cáncer de mama es un excelente ejemplo de un tipo de tumor que podría subclasificarse en al menos cuatro categorías genéticas (luminal A, luminal B, con mutación del ERBB2 y triple negativo o pseudobasal) cada una de las cuales tiene una prognosis y un tratamiento distinto. Los cánceres de mama asociados a predisposición genética también son únicos en cuanto a su perfil genético y a menudo responden a nuevos tratamientos dirigidos específicos para la mutación heredada.