San Diego.- A inicios de julio, Betsy Davis envió un mensaje electrónico a sus mejores amigos para invitarles a una fiesta de dos días: «Estas circunstancias son diferentes a las de cualquier fiesta que hayan tenido antes, pues requieren fortaleza emocional, y ser abiertos y centrados». Y una sola regla: No se podía llorar delante de ella.
Davis, una artista de 41 años que padecía esclerosis lateral amiotrófica, realizó la fiesta para despedirse antes de convertirse en una de las primeras personas en California en usar fármacos para eutanasia de conformidad con una nueva ley estatal que da esa opción a los enfermos terminales.
«Para mí y todos los invitados, fue algo muy difícil de ponderar, pero no había dudas de que estaríamos allí con ella», dijo Nierls Alpert, un camarógrafo de Nueva York.
«La idea de ir a pasarnos un hermoso fin de semana que culmina en su suicidio no es algo normal, no es una ocurrencia normal. En el trasfondo de la diversión, las sonrisas y risas que tuvimos ese fin de semana estaba el conocimiento de lo que iba a suceder».
Davis elaboró un detallado programa para la reunión del fin de semana del 23 y 24 de julio, incluyendo la hora precisa en la que pensaba entrar en coma, y compartió esos planes con los invitados.
Más de 30 personas acudieron a la celebración en una casa rodeada por un portal en el pintoresco pueblo de Ojai, en el sur de California, procedentes de Nueva York, Chicago y otras partes del estado.
Una mujer llevó un violoncelo. Un hombre tocó la harmónica. Hubo cocteles, pizza del restaurante local favorito de Davis y una proyección de una de sus películas favoritas, «La danza de la realidad», una cinta autobiográfica del chileno Alejandro Jodorowski.
Al acercarse el final, los amigos se despidieron con besos, se congregaron para una foto y se fueron, y Davis fue llevada a una cama cubierta en una colina, donde tomó una combinación de morfina, pentobarbital e hidrato de cloro prescrita por su médico.
Davis se quitó la vida un poco más de un mes después que fue promulgada la ley en California.
Davis pasó meses planeando su despedida; sintiéndose animada luego de pasar los últimos tres años perdiendo control de su cuerpo poco a poco. La pintora y artista de performance ya no podía estar de pie o cepillarse los dientes. Su habla era ininteligible para la mayoría.
Sus amigos dijeron que fue la última actuación de la artista.
«Lo que hizo Betsy le dio la muerte más bella que cualquier persona podría desear», dijo Alpert.
«Al tomar las riendas, convirtió su partida en una obra de arte».