La presentación clínica de la CAC es la de un estado altamente trombótico. La experiencia anecdótica compartida de diversas fuentes indica que la trombosis asociada al catéter y la coagulación de los catéteres de acceso vascular son problemas muy comunes.
Otros escenarios de alto riesgo son, la necesidad de circuitos de diálisis y el reemplazo del catéter, pues implican la interrupción frecuente del tratamiento de reemplazo renal continuo.
Dos estudios recientes apoyan la impresión clínica de que COVID-19 es muy trombótico.
Cui et al informaron una incidencia del 25 por ciento de trombosis venosa profunda en pacientes con neumonía grave por coronavirus.
Klok et al hallaron una incidencia combinada del 31 por ciento de trombosis venosa profunda, embolia combinada y trombosis arterial, en pacientes con coronavirus en estado crítico. De estos eventos, el 81 por ciento fueron tromboembolias pulmonares.
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Los autores informan que en las unidades de cuidados intensivos la Cleveland Clinic han comprobado que la ecografía en el punto de atención (POCUS, por sus siglas en inglés) detecta la trombosis venosa profunda. a una tasa del 25-30 por ciento.
Otro hallazgo frecuente es el «flujo venoso lento». Este patrón, descrito como ecogenicidad amorfa en las venas principales, se ha asociado con mayor riesgo posterior de trombosis venosa profunda.
Los hallazgos de laboratorio característicos de la CAC (niveles marcadamente elevados del dímero D y productos de degradación de la fibrina) indican un intenso estado trombótico con elevada rotación de fibrina. Sin embargo, otros marcadores de coagulación intravascular diseminada permanecen relativamente sin cambios.
El tiempo de protrombina y el tiempo parcial de tromboplastina activado solo se prolongan un poco, y los recuentos de las plaquetas suelen ser normales o levemente bajos.
Los niveles elevados del dímero D en la presentación del COVID-19 están asociados con mayor severidad de la enfermedad.
En el 59,6 por ciento de los pacientes con enfermedad grave se hallaron niveles ≥0,5 μg/ml mientras que en los pacientes con enfermedad leve, los niveles fueron del 43,2 por ciento. Los niveles elevados también se correlacionaron con la necesidad de cuidados intensivos y muerte.
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En un análisis de regresión multivariable de 191 pacientes, Zhou et al informaron que el riesgo de muerte fue más de 18 veces mayor en los pacientes internados con un nivel de dímero D >1 μg/ ml vs. un nivel <0,5 μg/ml.
Cui et al informaron que los niveles del dímero D también se correlacionaron con el riesgo de tromboembolismo: un nivel de 3,0 μg/ml tuvo una sensibilidad del 70 por ciento, con una especificidad del 96,7 por ciento y un valor predictivo positivo del 87,5 por ciento.
Maatman et al informaron que la profilaxis estándar contra la tromboembolia venosa falló en 29 de 109 pacientes en la unidad de cuidados intensivos, y en quienes falló, el dímero D tenía niveles >3,0 μg/ml.