Santo Domingo.- La consciencia es una palabra cada vez más escuchada y que deberíamos incluir en nuestro vocabulario.
La alimentación consciente está relacionada con la alimentación sostenible que parte de alimentos saludables con impacto medioambiental mínimo y precio razonable.
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La salud es un concepto muy amplio. Mantener una conciencia sobre lo que estamos comiendo y el entorno en el que lo hacemos puede tener relevancia en nuestra salud.
Actualmente, los malos hábitos en la alimentación y el sedentarismo son responsables de buena parte de las enfermedades que nos afectan.
Llevar una alimentación consciente requiere cambios en la forma de vivir y consumir, por lo que supone un esfuerzo al principio.
Podemos ser conscientes a la hora de hacer la compra eligiendo productos más saludables o comprando productos frescos, de temporada y de proximidad y también dando importancia al origen de los alimentos que compramos.
Algunas claves son conocer más los alimentos que ingerimos, saborearlos e intentar diferenciar el hambre física del emocional.
La nutricionista apunta que cuando estamos más atentos al proceso de comer y somos más conscientes a la hora de sentarnos a la mesa “veremos cómo podemos ser más sostenibles”.
La alimentación consciente es una forma de autocuidado. La mayoría de las veces nuestros momentos de autocuidado se basan en patrones que son automáticos y fruto del contexto en el que hemos crecido.
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Algunos procesos muy interiorizados son la cultura de la dieta que lleva a controlar la alimentación de forma obsesiva o comer delante de la televisión o el móvil y de forma rápida, entre otros.
Comer con consciencia favorece que conozcamos en todo momento lo que ingerimos y nos ayuda a controlar las cantidades y disfrutar del alimento.
Evitamos que la ingesta sea un acto automático y comamos por ansiedad, tristeza o aburrimiento.
Entonces la alimentación pasa a ser un proceso consciente y placentero que realiza la función fisiológica.