Los cardiólogos afirman que se trata de “un complemento, no un sustituto” de las pruebas diagnósticas actuales.
La nueva tecnología para llevar puesta, los wearables, tiene una de sus funciones primordiales en los aspectos de salud y forma física. Está disponible en 19 países, entre ellos España.
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La Comisión Europea aprobó la funcionalidad de electrocardiograma (ECG) del Apple Watch Series 4 y la notificación de ritmo irregular del corazón.
Se trata del primer reloj conectado que recibirá en Europa esta certificación, que ya tenía desde septiembre la aprobación de la Food and Drug Administration (FDA) de Estados Unidos.
La Sociedad Española de Cardiología (SEC) valora de manera positiva ya que “puede facilitar la detección precoz de algunas alteraciones cardíacas”, pero advierte que “no sustituye a un electrocardiograma básico, ni tampoco a las revisiones cardíacas recomendadas a las personas que hacen deporte”, según José María Guerra, presidente de la sección de electrofisiología y arritmias de la SEC.
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Los wearables incorporan de manera creciente aplicaciones relacionadas con la salud y la forma física.
Desde que Apple lanzó el primer Apple Watch, en el 2015, su enfoque hacia este dispositivo ha cambiado. Cuando se presentó, en el 2014, parecía que estábamos ante un objeto de moda.
La salud, con recordatorios sobre caminar y respirar, la cantidad de ejercicio que se hace al día o las horas que se pasan de pie, es uno de los aspectos más agradecidos de un objeto versátil que puede tener muchos otros usos.
La herramienta para hacer electrocardiogramas y controlar el pulso para detectar anomalías se presenta como una nueva perspectiva para el uso de dispositivos para llevar encima que pueden permitir al médico controlar a pacientes a distancia.
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La capacidad que tiene la aplicación de ECG para clasificar con precisión un registro de ECG en fibrilación auricular y ritmo sinusal fue validada en un ensayo clínico de unos 600 participantes.
El estudio, según Apple, demostró que la aplicación tiene una sensibilidad del 98,3% al clasificar fibrilación auricular y una especificidad del 99,6% al clasificar el ritmo sinusal.
La realización de un ECG con el Apple Watch es muy sencilla. El usuario activa la aplicación en su dispositivo y coloca el dedo índice de su mano derecha sobre la corona del reloj.
En 30 segundos, la app crea una gráfica lista para enviar al médico por PDF y comunica al usuario si ha detectado alguna posible anomalía. El funcionamiento se basa en que la zona inferior del reloj que está en contacto con la muñeca izquierda tiene dos electrodos. Un tercer electrodo está situado en la corona. Cuando el usuario la toca con la otra mano, se cierra un circuito eléctrico que es el que hace las mediciones.
La Universidad de Stanford (EE.UU.) ha emprendido un vasto ensayo clínico patrocinado por Apple para determinar si este sistema detecta realmente un trastorno del ritmo cardíaco y para comprobarlo ha reclutado a más de 400.000 participantes.
La revista American Heart Journal describió en noviembre pasado el diseño de este ensayo clínico, considerado el estudio de evaluación más grande sobre la fibrilación auricular jamás realizada. El estudio, que ha entrado en la fase final de recolección de datos y tendrá sus primeras conclusiones a principios del 2020, está dirigido por los profesores de medicina cardiovascular Mintu Turakhia, Marco Pérez y Kenneth Mahaffey.
De acuerdo a la información que detalla www.lavanguardia.com, la Sociedad Española de Cardiología ha aclarado que la información que ofrece el Apple Watch equivale a la primera línea (o derivación) de un electrocardiograma, que registra la diferencia de potencial generada por la actividad eléctrica del corazón entre los dos brazos. Sin embargo, un electrocardiograma básico consta de doce derivaciones. “No puede afirmarse que el Apple Watch aporte una información equivalente a un electrocardiograma básico”, advierte José María Guerra, cardiólogo especialista en arritmias del hospital de Sant Pau en Barcelona y miembro de la SEC.
Guerra destaca que “convertir un aparato como el Apple Watch en un instrumento médico puede facilitar el diagnóstico de enfermedades, lo cual es positivo”. Pero alerta del “riesgo de medicalizar en exceso lo que hacemos en nuestro día a día”.