Aquí el más reciente artículo del investigador y oftalmólogo Herbert Stern sobre la vida y obra de su colega el doctor Francisco González Colarte
Este médico de origen cubano, nació en el año de 1860 en la ciudad de Victoria de las Tunas, en la provincia de Oriente, de la hermana isla. Su padre, Marcos González, era coronel del Ejército Libertador de Cuba.
Vivió en Cuba hasta el año 1880, cuando contaba veinte años de edad, se mudó junto a su familia a la República Dominicana. En Cuba su vida se vio afectada por las actividades políticas de su familia, que propugnaba por la independencia cubana frente al Reino de España.
De hecho fue arrestado varias veces, pese a ser solo un adolescente. Existía en esos momentos una corriente de gran simpatía entre la República Dominicana y Cuba, por lo que su padre decidió trasladarse a este país, dejando a su familia establecida en Santo Domingo, pero siguió camino hacia New York, en donde fue enviado por la junta de patriotas cubanos en misión de eminente carácter político.
El Dr. González Colarte, continuó sus estudios en el colegio San Luis Gonzaga, bajo la dirección del Padre Billini, donde se graduó de bachiller en ciencias naturales, para luego ingresar al Instituto Profesional, de donde salió con el título de licenciado en medicina y cirugía el 29 de abril del 1891. Entre sus compañeros de estudios se encontraban los hermanos Rodolfo y Barón Coiscou, Octavio del Pozo, Lucas Gibbs, Ignacio Guerra y David Cheri León.
Tras terminar sus estudios se trasladó, primero a la ciudad de La Vega y luego a la ciudad de San Cristóbal, en donde ejerció hasta el año de 1892. Por referencias, fue llamado a la ciudad de Barahona, por el gobernador de la provincia José Dolores Matos, así como por un miembro del ayuntamiento, Carlos A. Mota.
En aquella ciudad sureña, contrajo matrimonio con la Beatriz Lebrault y tuvo una gran descendencia, que de acuerdo por lo escrito por el doctor José Cuello Michel: “fueron profesionales y hombres de destacado relieve político y social”.
En Barahona ejerció la medicina general, como era costumbre en esa época. Se destacó como profesional consagrado y de grandes virtudes como hombre de bien y de ciencia, y en los últimos años de su vida, se dedicó principalmente a las enfermedades bronco pulmonares.
Fue durante varios años delegado del Juro Médico en la zona Sur del país y además ostentó el cargo de presidente del ayuntamiento de la ciudad de Barahona. En la inspección del Juro Médico realizada en el 1901, aparece como el único médico autorizado para ejercer en esa ciudad. Por un error en las actas del Juro Médico, se le atribuía que era oriundo de Puerto Rico, pero en realidad fue cubano de nacimiento y origen.
En el año de 1909, decidió trasladarse a la ciudad de San Pedro de Macorís, en donde sustituyó en el hospital San Antonio (en ese momento hospital Padre Luciani) como médico interno a su colega Pedro Barón Coiscou. En San Pedro de Macorís fue además cónsul honorario de la República de Cuba.
Falleció el 8 de octubre del 1915, luego de una cirugía que se complicó en San Pedro de Macorís, pese a ser intervenido por uno de los más prestigiosos cirujanos de la época, el doctor Luis Eduardo Aybar. Su vida es un excelente ejemplo de las situaciones en que se desenvolvían los escasos médicos con que contaba nuestro país a principios del siglo XX.