El costo y valor de ser médico

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La salud es un derecho fundamental del ser humano y una condición deseada por todos, independientemente de la posición socioeconómica, demográfica, dogma o edad, por eso los médicos, profesionales cuya misión es proteger la vida, son tan valorados en la sociedad.

La medicina es una de las profesiones más antiguas, respetadas y apreciadas del mundo, porque quienes la ejercen trabajan por la conservación y recuperación de la salud, condición primordial por encima de cualquier bien o servicio del que podamos disfrutar. Pero ¿cuál es el costo de ser médico?

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Sobre el particular, conversamos con la doctora Mery Hernández, actual primera vicepresidenta del Colegio Médico Dominicano (CMD) quien explica que desde el punto de vista académico, para concluir la carrera de Medicina y para desarrollarse eficientemente como profesional de esa área se requieren muchos años de estudios.

La doctora Hernández, pediatra, perinatóloga nutrióloga y gremialista de amplia data señaló que para lograr una vasta preparación científica e idoneidad profesional, los galenos necesitan dedicación perenne a la lectura, actualización e investigación.

Considera la dirigente gremial que ser médico significa abrazar un apostolado, con su correspondiente cuota de sacrificio y una total entrega, que no siempre es retribuida con un nivel económico digno y acorde con los muchos años de estudios invertidos en su formación y la responsabilidad que exige su ejercicio profesional.

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Asimismo, la doctora Hernández resaltó que además de estas demandas, el ejercicio de la medicina implica:

– Laborar, en múltiples ocasiones, en lugares y bajo condiciones inadecuadas, como cuando para complementar su capacitación son enviados a ejercer en comunidades lejanas, inhóspitas, llenos de pobreza, carentes de los servicios básicos (energía eléctrica, gas, agua para cocinar, bañarse, mantener limpio su hábitat y carentes de un espacio adecuado para descansar) y donde son escasos o brillan por su ausencia los instrumentos, equipos y medicamentos necesarios.

Pasar de “médicos” a “pacientes”, pues frecuentemente las demandas de su trabajo afectan su salud y porque el ejercicio de la medicina no anula la posibilidad de enfermarse o de contagiarse de ciertas patologías. Además, en ocasiones, la intensidad de su actividad laboral tiende a provocarles un desgaste físico y mental (síndrome de “burnout”) que afecta sus aptitudes, actitudes, modales y comportamientos”.

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Percibir pequeños salarios y cumplir largos horarios y esto ocasiona las circunstancias adversas que viven sean menos llevaderas. A los pírricos salarios que perciben se les suman los extensos horarios de trabajo y los servicios de guardias nocturnas que deben cumplir, más la reducción de las horas de sueño y las diversas formas de violencia y agresión de que son víctimas, de parte de sus superiores y en ocasiones hasta de los pacientes.

Poco tiempo para compartir con su familia, porque el tiempo con el cual cuentan los profesionales de la salud es muy poco, porque se es médico las 24 horas del día, los 7 días de la semana y los 12 meses del año. Son muchas las vacaciones y fines de semana que deben ser sacrificados para cumplir con la sagrada misión de salvar vidas.

Situaciones de impotencia y frustración, ya que la medicina es una profesión que no admite riesgos, pues lo que está en juego son vidas humanas y los pacientes piensan que el médico debe ser un súper héroe y si bien éste siempre quiere dar vida, muchas veces ciertas enfermedades derrotan sus esfuerzos. Como ser humano, puede cometer un error, pero siempre será juzgado con mayor dureza que cualquier profesional de otra área.

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Víctimas de demandas judiciales, porque en ocasiones, algunos médicos son acusados de negligencia y hasta llevados a los tribunales, cuando los resultados de un procedimiento no son los esperados o, en el peor de los casos, cuando fallece un paciente. Pero la mayoría de estas situaciones son frutos de condiciones o de un accidente que no implican ninguna responsabilidad para ellos.

Al reflexionar sobre estos planteamientos, no nos queda más que decir: Loor a los médicos, esos altruistas profesionales que nunca terminan de estudiar y se encargan de promover la salud, prevenir y curar enfermedades, realizar diagnósticos oportunos, aplicar tratamientos eficaces, rehabilitar… en fin, que cuidan nuestro más valioso tesoro; la vida; por lo cual no existe dinero ni reconocimiento que los compense.

Por Dra. Mery Hernández

Vicepresidenta del Colegio Médico Dominicano