Bávaro.- Ha habido avances en beneficio de los pacientes y el servicio de los médicos y hospitales, para bien esencialmente. Sin embargo, hay una frontera muy frágil entre la máquina y la humanización del servicio, que se cruza fácilmente.
Es por eso que los médicos especializados deben asumir la formación bioética como un paradigma imprescindible en la utilización de los equipos tecnológicos.
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Diego Grajales vino de Venezuela a hablar del tema en el VI Congreso Internacional de Emergenciología, celebrado en la zona turística de Bávaro-Punta Cana.
En su conferencia «Aplicación de tecnología informática y comunicación en las emergencias» habló de los riesgos de la tecnología en el ejercicio médico.
Entrevistado por Resumen de Salud, dijo que si bien es cierto que los avances tecnológicos han beneficiado a pacientes y médicos en los flujos de atención, rapidez de los procesos y calidad de la atención, hay rayas que no se pueden cruzar.
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Y citó que la gran desventaja del uso de la tecnología es la deshumanización en el servicio que pueden caer los galenos.
Definió la bioética como la rama de la filosofía que orienta las actuaciones del ser humano respecto a los otros seres vivos.
https://www.youtube.com/watch?v=bdNlt5DcZ6g&feature=youtu.be
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Agregó que cuando se aplica en el ejercicio médico, favorece al profesional en la toma de decisiones más apropiadas para garantizarle al paciente sus derechos básicos, como autonomía en la toma de decisiones y ser informado sobre los daños que pudieran ocasionar los procedimientos.
“Si bien la tecnología ha beneficiado, la mala aplicación genera deshumanización, porque el ejercicio médico puede conducir al médico a obtener más resultados que en atender al paciente”, indicó.
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El VI Congreso Internacional de Emergenciología fue organizado por la Sociedad Dominicana de Emergenciología, con el montaje logístico de la agencia Word TV.
El evento científico contó con 16 expositores internacionales y ocho de República Dominicana, así como el apoyo de 23 casas comerciales.
Los conferencistas provenían de Estados Unidos, Costa Rica, Venezuela, México, Puerto Rico y Panamá, así como de República Dominicana y participaron unos 500 médicos especialistas en emergenciología y otras afines.
