En este texto el experto en oftalmología e historia de la medicina dominicana maestro Herbert Stern resume la vida de su colega el doctor Julio de Windt Lavandier de quien destaca cualidades innatas y profesionales.
Texto inédito a continuación.
El distinguido médico y maestro nació en Samaná en julio del 1893. Estudió en San Pedro de Macorís, en la Escuela Normal Superior de esa ciudad, en donde recibió su grado de bachiller en ciencias físicas y naturales.
En esa misma escuela, recibió su título de maestro normal, que convalidó también en la Escuela Normal de Santo Domingo. Ingresó a la Universidad de Santo Domingo en el 1915, y en el 1921 recibió su diploma de licenciado en medicina y cirugía.
Luego de finalizar sus estudios regresó a su ciudad natal en donde fue director de la sala de socorros de 1923 al 1924, y luego médico legista de la ciudad de San Pedro de Macorís. Luego médico municipal, cargo que ocupó durante muchos años. Compaginó la medicina con la enseñanza, ya que era profesor de literatura en la Escuela Normal de San Pedro de Macorís.
Se destacó siempre como un excelente internista, debido a su carácter organizado y muy científico. Su ejercicio profesional siempre estuvo matizado por su altruismo y desprendimiento hacia los pacientes. De hecho vivió y murió con modestia y estrecheces económicas, ya que no cobraba casi nunca a sus pacientes.
Al ser muy perfeccionista sus exámenes clínicos eran extremadamente completos y detallados, y sus diagnósticos eran acertados y precisos. Su carácter distante y algo tímido hacía a veces difícil establecer buenas relaciones personales con él, según relata el doctor Antonio Zaglugl.
El mismo doctor Zaglul escribe sobre el De Windt: “Siempre fue pobre. Decía que los ricos eran pobres de espíritu y a esa pobreza era a la que él temía. Literato y un buen sonetista, publicó un par de libros que se agotaron. Nunca los vendía, prefería regalarlos. Como era perfeccionista, muchas de sus obras él mismo las destruía por considerarlas sin calidad. Gustaba de la “peña” y amaba a la juventud aunque aparentaba rechazarla. Nos sentábamos cerca de su mesa del café a consultarle sobre medicina y literatura y se explayaba largamente sobre cualquier tema. Era persona extremadamente modesta. En una ocasión nos sentimos muy orgullosos de nuestro maestro de literatura al leer en un libro sobre las mejores poesías castellanas un soneto de él. Luego nos convenció de que todas las poesías que figuraban en dicho libro no servían para nada. El doctor Julio De Windt fue, durante muchos años, el médico de nuestra familia y de muchas familias macorisanas. Fue un galeno de mucha calidad científica.”
Esa otra faceta, la de literato, es muy importante en la vida del doctor De Windt, ya que siempre se acompañaba de libros, y se abstraía por horas en la lectura, y eso le permitió tener una gran cultura y pese a que escribió mucho, publicó poco, por sus exigencias con él mismo.
Su consultorio se encontraba en la avenida Presidente Trujillo de San Pedro de Macorís. Siempre estuvo abierto para todo el que venía por ayuda, por lo que su sustento venía de su sueldo como médico municipal y su exiguo salario como profesor de la Escuela Normal de San Pedro de Macorís.
Los petromacorisanos lo recuerdan como un hombre extremadamente delgado y algo desgarbado, sentado en el Café Apolo, leyendo algún libro. Este médico de gran capacidad científica y maestro de gran inteligencia y amplia cultura, falleció en la ciudad que le vio nacer en diciembre del 1970. Su vida debe ser un ejemplo de dedicación y entrega al estudio y la medicina.
Por Herbert Stern