Canadá.- En un mundo donde la salud y el bienestar son primordiales, nuevas investigaciones están revelando sorprendentes hallazgos sobre los beneficios del ejercicio extremo. La relación entre la actividad física intensa y la longevidad ha sido objeto de estudio durante muchos años, arrojando siempre nuevas perspectivas sobre cómo se puede mejorar la calidad de vida.
Cada día, más personas se interesan en adoptar rutinas de ejercicio que van más allá de lo convencional, buscando no solo mejorar su apariencia física, sino también su salud a largo plazo. Sin embargo, persisten muchas dudas sobre los posibles efectos negativos que estas prácticas pueden tener en el organismo, especialmente en el corazón.
Expertos en el tema han dedicado tiempo y recursos para entender mejor los efectos del ejercicio extremo y su impacto en la salud cardiovascular. Sus estudios están proporcionando datos valiosos que podrían transformar la manera en que percibimos y practicamos el ejercicio de alta intensidad.
Los profesionales revelaron las investigaciones más recientes para ofrecer una visión informada y actualizada sobre cómo el ejercicio extremo puede contribuir a una vida más larga y saludable, sin comprometer la salud del corazón.
Una investigación reciente sugiere que el ejercicio extremo puede no ser tan perjudicial para la salud cardiaca como se creía. Un estudio llevado a cabo por el equipo de Stephen Foulkes, de la Universidad de Alberta en Canadá, ha descubierto que los atletas que son capaces de correr 1,6 kilómetros en menos de cuatro minutos viven, en promedio, casi cinco años más que la población general.
Este estudio se centró en los primeros 200 atletas registrados en correr 1,6 kilómetros en menos de cuatro minutos, todos hombres nacidos entre 1928 y 1955. Entre ellos, se encontraba el británico Roger Bannister, neurólogo y primer corredor en lograr esta hazaña, cuya marca fue registrada hace 70 años.
El estudio relevó que sesenta de estos corredores habían fallecido hasta diciembre de 2023, con una vida media de setenta y tres años. Aquellos que aún vivían tenían, en promedio, setenta y siete años. Mark Haykowsky, también de la Universidad de Alberta, destacó que “los que corrieron menos de cuatro minutos en la década de 1950 vivieron más de nueve años más que la población general”. En tanto, los atletas de las décadas de 1960 y 1970 vivieron, respectivamente, 5,5 y 3 años más que la media.
Las teorías anteriores sugerían que el ejercicio extremo podría ser perjudicial para el corazón. Foulkes explicó que “durante ejercicios de resistencia muy intensivos o prolongados, como correr o andar en bicicleta, se liberan algunas proteínas que podrían indicar daño al corazón”. Sin embargo, los hallazgos del estudio apuntan a que estos atletas desarrollan un sistema cardiovascular, muscular y inmunológico de alta capacidad que les permite recuperarse bien de los estresores normales de la vida diaria.
El investigador Thijs Eijsvogels, de la Universidad de Radboud en los Países Bajos, proporciona una perspectiva crítica, afirmando que estos resultados no desafían por completo la hipótesis del “ejercicio extremo”. Según Eijsvogels, “podría suceder que personas con regímenes de ejercicio menos extremos tengan resultados diferentes o incluso mejores”.
Este estudio desafía la noción de que la práctica de ejercicios físicos en exceso sea perjudicial e indica que aquellos con un alto nivel de entrenamiento y capacidad física pueden tener una longevidad notable. No obstante, aún se requiere investigación adicional para entender completamente los efectos a largo plazo del ejercicio extremo en la salud cardíaca.