Estados Unidos.- Una nueva investigación del mundo real confirma que los exitosos medicamentos para perder peso que millones de estadounidenses han estado tomando para perder peso pueden desencadenar parálisis estomacal en algunos pacientes.
Entre los que recibieron un medicamento GLP-1 para bajar de peso, 10 de cada 10.000 (0,1%) fueron diagnosticados con gastroparesia al menos seis meses después. Mientras tanto, solo 4 de cada 10.000 personas (0,04%) que no tomaban los medicamentos y que fueron emparejadas en función de su edad, sexo, etnia y otros factores desarrollaron parálisis estomacal.
Si bien el riesgo general para cualquier paciente sigue siendo pequeño, la diferencia ascendió a un aumento del 52% en el riesgo de ser diagnosticado con parálisis estomacal mientras tomaba un medicamento GLP-1.
El segundo estudio, dirigido por Sharma, también utilizó registros de una base de datos de una red de investigación. En el análisis se incluyeron los registros de casi 300,000 pacientes.
“Y sí mostramos que todos los efectos secundarios o síntomas gastrointestinales, náuseas, vómitos y gastroparesia, fueron significativamente más altos en los que tomaron GLP-1 en comparación con los controles,” dijo Sharma, que también es presidente electo de la Sociedad Americana de Endoscopia Gastrointestinal (American Society of Gastrointestinal Endoscopy).
Otra razón por la que podría haberse pasado por alto en los ensayos clínicos fue la forma en que los investigadores suelen evaluarla, dijo a CNN el Dr. Michael Camilleri, gastroenterólogo de la Clínica Mayo que ha estudiado la gastroparesia con el medicamento GLP-1 liraglutida.
Camilleri es coautor de un tercer estudio sobre la afección que se presentó el lunes en la reunión de la DDW. Esa investigación analizó los expedientes médicos de casi 80,000 pacientes a los que los médicos del sistema de salud de la Clínica Mayo recetaron un medicamento GLP-1. Los investigadores se enfocaron en 839 personas que tenían síntomas de gastroparesia y se sometieron a una prueba de referencia para la afección.
Alrededor de un tercio de ese grupo, 241 personas, tenían comida en el estómago cuatro horas después de comer una comida de prueba, lo que significa que calificaron como gastroparesia. Camilleri anotó que es probable que el riesgo de gastroparesia esté subestimado en las investigaciones más recientes, porque no todos los que tenían síntomas habrían recibido al final la prueba necesaria para diagnosticarlo.