Santo Domingo.- La ciencia ha sido tomada desprevenida y, un año después, busca y rebusca, con bastón o sin este, en todos los riñones para determinar protocolos, secuelas y matices con los cuales combatir el dislocado COVID-19.
Un nuevo estudio preliminar establece que la alteración en la córnea (parte del ojo) puede ser una señal del coronavirus persistente.
La pérdida de fibras nerviosas y aumento en la densidad de las células dentífricas en la córnea pueden ser señal de eso, especialmente en pacientes que tuvieron anosmia o ageusia, mareos, pérdida de sensibilidad o dolor neuropático cuando contrajeron la enfermedad.
Le puede interesar:
Covid-19 es cruel en niños con enfermedades catastróficas
La revelación, difundida en la publicación British Journal Ophtalmology, refiere que las anomalías se registran mediante una técnica no invasiva de imágenes de alta resolución conocida como microscopia confocal de la córnea.
«Nuestra técnica no es específica, ya que el daño en las fibras nerviosas que detecta tiene muchas causas potenciales. Sin embargo, si se excluyen otras causas podemos estar bastante seguros de que se debe a COVID-19 persistente», expresó uno de los autores, el doctor Rayaz A. Malik, del Departamento de Medicina de Weill Cornell Medicine Qatar, en Doha, Qatar.
La información fue tomada del portal médico especializado www.espanol.medscape.com
Por Pedro Angel