El Día Mundial de la Hipertensión se celebra cada año el 17 de mayo para subrayar la necesidad de trabajar en la prevención y control de la presión arterial elevada, con el fin de prevenir muertes por enfermedades cardiovasculares.
La hipertensión afecta a entre el 20% y el 40% de los adultos en Latinoamérica y el Caribe, lo que representa alrededor de unas 250 millones de personas.
La presión arterial elevada es el principal factor de riesgo para desarrollar enfermedades cardiovasculares como enfermedades isquémicas del corazón y enfermedades cerebro vasculares.
Cada año, alrededor de 1.6 millones de personas mueren por estas enfermedades en Latinoamérica y el Caribe, de ellos, medio millón antes de cumplir los 70 años.
En nuestro país uno de cada tres adultos padece de hipertensión arterial según el estudio EFRICAR II, publicado en 2012.
En la Encuesta Nacional de Salud 2013 (ENDESA) se reportó que entre las mujeres y hombres con hipertensión, solo 43 y 51 por ciento, respectivamente, estaba en tratamiento.
El Día Mundial de la Hipertensión también es una oportunidad para promover las herramientas desarrolladas para apoyar a los profesionales de salud pública y a los proveedores de salud, particularmente en la atención primaria, a mejorar el control de la presión arterial.
La hipertensión arterial, el término médico para la presión arterial alta, es conocida como «asesina silenciosa». Sin tratamiento, la presión arterial alta aumenta apreciablemente el riesgo de un infarto al corazón o un ataque cerebral.
La hipertensión puede afectar a la salud de cuatro maneras principales:
Endurecimiento de las arterias. La presión en el interior de las arterias puede causar engrosamiento de los músculos que recubren la pared arterial y estrechamiento de las arterias. Si un coágulo de sangre obstruye el flujo sanguíneo al corazón o al cerebro, puede producir un ataque al corazón o un accidente cerebro vascular.
Agrandamiento del corazón. La presión arterial alta hace trabajar más al corazón. Al igual que cualquier otro músculo del cuerpo que se someta a exceso de ejercicio, el corazón aumenta de tamaño para poder realizar el trabajo adicional. Cuanto más grande sea el corazón, más sangre rica en oxígeno necesitará, pero menos podrá mantener una circulación adecuada. A consecuencia de esta situación, la persona afectada se sentirá débil y cansada, y no podrá hacer ejercicio ni realizar actividades físicas. Sin tratamiento, la insuficiencia cardíaca seguirá empeorando.
Daño renal. La presión arterial alta prolongada puede lesionar los riñones si el riego sanguíneo de estos órganos se ve afectado.
Daño ocular. En los diabéticos, la hipertensión puede generar rupturas en los pequeños capilares de la retina del ojo, ocasionando derrames. Este problema se denomina «retinopatía» y puede causar ceguera.
El riesgo de sufrir de hipertensión es mayor si la persona tiene antecedentes familiares de hipertensión, es de raza negra, es varón, tiene más de 60 años, se enfrenta a niveles altos de estrés, sufre de sobrepeso u obesidad, usa productos de tabaco, usa anticonceptivos orales, lleva una alimentación alta en grasa y sal, toma alcohol, es físicamente inactiva, es diabética.
Para tratar la hipertensión el primer plan de acción implica una modificación del estilo de vida, esto es, llevar una alimentación baja en grasas y sal, reducir el peso excesivo, comenzar un programa de ejercicio físico regular, aprender a controlar el estrés, dejar de fumar, moderar o suprimir el consumo de alcohol.
Además, si lo requiere, el médico le dará las recomendaciones de medicamentos de acuerdo a cada caso en particular.
La información fue enviada a Resumen de Salud por el cardiólogo Samuel Ramos.