España.- El cáncer pediátrico, también llamado cáncer del desarrollo, es poco frecuente y en todo el mundo se diagnostican unos 400.000 nuevos casos al año, según el IRSJD.
La probabilidad de que una niña o un niño desarrolle dos cánceres independientes en su etapa infantil es extremadamente baja.
Sin embargo, estos casos se dan y estudiar el origen de estas segundas neoplasias no solo sirve para explicar estos casos concretos, sino que también contribuye a entender mejor el origen del cáncer pediátrico en general.
Es por esto que un equipo de investigadores del Institut de Recerca Biomèdica (IRB) de Barcelona y del Institut de Recerca Sant Joan de Déu (IRSJD), ambos en España, contribuyó a la comprensión del origen de cuatro segundos cánceres pediátricos y las mutaciones de la quimioterapia en tejidos sanos.
El estudio, publicado en la revista Cáncer Discovery, se llevó a cabo con cuatro menores que sufrieron dos cánceres durante la infancia y las conclusiones responden a tres patrones distintos en cuanto a la aparición del segundo tumor.
En concreto, los investigadores se centraron en explorar el origen de estos segundos cánceres utilizando técnicas avanzadas de secuenciación del genoma.
Una de las conclusiones del proyecto es que las terapias contra el cáncer, específicamente aquellas basadas en el platino, introducen mutaciones —cambios en el ADN— en el segundo tumor y en los tejidos sanos de los niños.
Este fue el caso de uno de los pacientes del estudio, que desarrolló una leucemia cuatro años después de haber sido sometido a quimioterapia para el tratamiento de un primer tumor -un sarcoma- en una pierna.
Los patrones mutacionales que se hallaron desvelaron que la leucemia se desarrolló posteriormente a este tratamiento.
«Aunque sabemos que la quimioterapia recibida años antes está relacionada con el desarrollo del segundo cáncer, no podemos determinar si este ha sido causado por la acción mutagénica del tratamiento o por otras causas», explicó la doctora de IRB Barcelona Monica Sánchez-Guixé, primera autora del trabajo.
«Sea como sea, estas terapias aumentan el número de mutaciones en el cuerpo de los niños más allá de lo que se acumularía naturalmente con el tiempo, lo que nos hace preguntarnos cómo podrían afectar a su salud en el futuro», agregó.
«En el futuro, este conocimiento podría contribuir a determinar el tratamiento y seguimiento de los pacientes jóvenes», afirmó el doctor Abel González-Pérez, investigador del IRB Barcelona.