La sabiduría aumenta con la edad y aunque muchos consideran que este rasgo de personalidad es nebuloso, hay pruebas de que tiene fundamentos biológicos y neuropsiquiátricos. Incluso se podría decir que puede ser la clave para reducir la soledad y el desgaste emocional entre las personas mayores.
Esta información ha sido dada por Tanya T. Nguyen, Ph. D., del Departamento de Psiquiatría de University of California, en San Diego, Estados Unidos, durante el Congreso Virtual de Current Psychiatry y la American Academy of Clinical Psychiatrists.
Actualmente, Nguyen dio una definición con seis elementos que incluye comportamientos sociales como la empatía y la compasión, así como la regulación emocional, autorreflexión, decisión y toma de decisiones sociales.
La especialista también incluyó un componente de espiritualidad, aunque admitió que esto es controversial.
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En publicación realizada en https://espanol.medscape.com/ se señaló que existen variaciones culturales en la definición de sabiduría, pero ha cambiado poco con el tiempo, lo que sugiere que puede ser de naturaleza biológica más que cultural y, por tanto, puede tener un fundamento neuropsiquiátrico.
La pérdida de algunas o todas las características de la sabiduría se produce en algunos comportamientos y trastornos, incluso de forma más marcada en el trastorno neurodegenerativo conocido como demencia frontotemporal, que se caracteriza por daño solo en la corteza prefrontal y los lóbulos temporales anteriores.
Por lo general ocurre antes de los 60 años y los pacientes exhiben poca conciencia social, impulsividad, comportamiento antisocial y falta de comprensión personal y empatía.
Esta y otras líneas de evidencia han llevado a sugerir que la sabiduría puede estar mediada por procesos en la corteza prefrontal y el estriado límbico.
Por mucho tiempo la sabiduría se ha asociado con la edad, pero esta también está relacionada con el deterioro cognitivo. Un descubrimiento reciente de que el cerebro no deja de evolucionar a una edad avanzada puede ayudar a explicar esta contradicción.
Los cerebros se desarrollan en orden inverso, de modo que la corteza prefrontal es la última en madurar. A medida que envejecemos la actividad neuronal se desplaza de los lóbulos occipitales a la corteza prefrontal y su función ejecutiva de toma de decisiones.
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Algunas intervenciones pueden mejorar las puntuaciones en los rasgos asociados con la sabiduría en los adultos mayores y podrían contribuir de manera importante a las mejoras en la salud y la longevidad.
Los ensayos controlados aleatorizados han demostrado que las intervenciones psicosociales o conductuales pueden mejorar elementos de sabiduría, como las conductas prosociales y la regulación emocional, tanto en personas con enfermedades mentales como en la población general, con tamaños de efecto de moderados a grandes. Pero tales estudios no prueban un efecto sobre la sabiduría en general.
La doctora Nguyen concluyó que la sabiduría «puede ser una vacuna contra la fatiga por compasión y el agotamiento emocional que impulsan las epidemias conductuales actuales de soledad, el abuso de opioides y el suicidio. Es una herramienta para nuestro tiempo. Es matizada, flexible, pragmática, compasiva y presenta una alternativa razonable para llevarnos bien en el mundo a menudo desordenado que todos compartimos».