En la anterior entrega iniciamos el relato del doctor Thimo Pimentel sobre los hechos médicos de la revolución de abril, que continuamos ofreciendo:
“Y qué decir de las y los, que aportaron como enfermeras durante las jornadas de sangre…?
Hacían de enfermeras unas con saber y otras con querer ser y ayudar, para además hacer comidas,, entrar medicamentos, gasolina y hasta armas a la zona..
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Organizar el suministro de comida; tareas audaces como entrenarse en el manejo de las armas y luego impartir instrucción a otros combatientes; tareas diversas de logística como procurar fondos y comida en el interior del país mediante contactos e incursiones fuera de la zona de guerra; servir de correo clandestino, tipificar sangre, organizar a las personas heridas en los hospitales y distribuir documentos, trasladar armas, procurar combustible y enterrar a los muertos; tareas imprescindibles y riesgosa sin las cuales no hubiese sido posible la resistencia. Y la lista es larga y por demás será incompleta….más de una vez en listados que manejo alguien con pena comenta….”Mi mamá estaba ahí y nadie la menciona”.
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Como a la vez veo fotos de “heroínas chatarra” tomadas entre siestas de los combates para el figureo, y que después de 50 años las convierten en motivos de leyendas novelescas, sin siquiera haber manipulado arma alguna, ni participado en algún combate.
Entre las enfermeras estaban Edith Altagracia Ferreira, en la Clínica Santa Lucía, Mireya Batista, Milagros Concepción, Sagrada Bujosa, Emma Tavares abogada pero que fundó el Centro para recibir heridos, Chiry y todas las muchas que no menciono y entre médicos y estudiantes de medicina no dejar fuera a los doctores Rivera, García, José Bautista, doctor Edy Joseph, doctor Báez Acosta, doctor Cribine (el francés), Osvaldo Marte Duran, mi compañero uasdiano, quien recibiera en 2014 el galardón de “El médico y la patria “ que le otorgó en 2014 el Colegio Médico Dominicano y a quien exhortó escribir sus memorias ampliando los datos que en este relato esbozo.”
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Pocas noticias sobre salud en esos momentos, aunque tenemos noticias del Hospital Luis Eduardo Aybar sobre el número de fallecidos que se registraron, de acuerdo a una noticia del diario “La Nación” de fecha 22 de mayo del 1965.
Según dicha noticia en el Hospital Aybar se habían atendido más de 800 heridos, habían recibido 400 fallecidos y habían registrado 90 defunciones en el hospital. La situación en ese centro de salud era caótica por la falta de alimentos, luz eléctrica, teléfonos y de sangre.
Mencionaba la nota un sacerdote, el Padre Marrero quien salió en su carro en medio de la balacera para buscar sangre en el local de la Cruz Roja. Particularmente fuerte fue el ataque sobre el barrio de Gualey, de donde llegaban muchos pacientes. La situación era tensa en las calles, sobretodo en la zona colonial.
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Una información mencionaba la posibilidad de trasladar los médicos y pacientes del Hospital “Padre Billini” a la Maternidad “Nuestra Señora de la Altagracia” que fue rechazada por muchos de los médicos del centro. Esta medida se quiso tomar por la situación en que se encontraba esa zona.
También se reportó el caso de un ataque a los doctores Julio Castillo Vargas y Rafael Peguero. Esta situación motivo una carta de denuncia pública firmada por 49 médicos pertenecientes al hospital Salvador B. Gautier.
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Otros médico como el doctor Víctor Perrotta, quien junto a su esposa, se quedaron largas jornadas en el Hospital Moscoso Puello. Relatos de médicos como el doctor Ney Arias, quien era el único neurocirujano en el país en aquellos años, quien cruzaba para atender pacientes de uno y otro lado.
Y así vemos como los médicos dominicanos siempre han estado presentes cuando la patria los ha solicitado. Sin importar banderías, siempre debemos reconocer a tantos médicos extraordinarios.
Por el doctor Herbert Stern