El debate sobre si el Reino Unido debería imponer un “impuesto sobre el azúcar” se intensificó esta semana, con la insistencia de un comité de parlamentarios de que existe evidencia convincente de que ayudaría a hacer frente al incremento de la obesidad infantil.
De acuerdo a un artículo publicado en el periódico Diario Libre, un tercio de los niños que terminan la escuela primaria en el Reino Unido tienen sobrepeso o son obesos, y los jóvenes más desfavorecidos son dos veces más propensos a ser obesos que los menos privados, señaló el comité selecto de salud.
Se estima que el tratamiento de la obesidad cuesta al Servicio Nacional de Salud £5.1 mil millones al año. La diabetes tipo 2, asociada con un alto índice de masa corporal, abarca cerca del 10 por ciento del presupuesto anual.
La industria de alimentos y bebidas, por su parte, se resiste a la idea de que un impuesto sobre el azúcar sería una manera eficaz de reducir el consumo. Hasta el momento, parece tener el apoyo de David Cameron, el primer ministro, quien recientemente fijó su postura contra un impuesto.
Mientras que los opositores y críticos buscan municiones para defender sus puntos de vista, la atención se está centrando en países como México, que ya han pasado por este camino.
El gravamen impuesto a las bebidas azucaradas y comida chatarra hace dos años ha ayudado a reducir las ventas y recaudado más de US$2 mil millones para el estado, pero hay desacuerdo sobre su eficacia.
Al inicio de 2014, México impuso un gravamen del 10 por ciento de impuestos sobre las bebidas gaseosas —equivalente a 1 peso (US$0.06) por litro — y un 8 por ciento de impuestos sobre bocadillos altos en calorías en un esfuerzo por combatir la epidemia de la obesidad y la diabetes, que engulle el 55 por ciento del presupuesto nacional de salud. En México, 70 por ciento de los adultos y el 30 por ciento de los niños tienen sobrepeso o son obesos.
No obstante, en octubre la cámara baja del Congreso votó para reducir a la mitad el impuesto sobre los refrescos que contienen menos de 5 gramos de azúcares añadidos por cada 100 ml, argumentando que esto alentará a las compañías de bebidas a cambiar.