Conoce un avance científico que salva vidas

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28_Vi2p01.jpgConocemos por metástasis la invasión a distancia de un órgano por un cáncer preexistente. Escuchamos a menudo la triste historia de que un paciente que sufre de algún cáncer cursó con metástasis a cerebro, hígado, pulmón, etc., lo cual por supuesto significa una complicación severa de la enfermedad. Pero, ¿Qué sucede cuando un cáncer invade los huesos de la columna vertebral?¿Cual es el cuadro clínico y pronóstico de esta complicación?¿Qué se puede hacer en estos casos?

Muchos tipos de cáncer tienden a viajar e invadir los huesos de nuestro esqueleto. La mama y la próstata tienen una gran afinidad por el hueso, afectando entre un 65-75% de los pacientes. En el caso de invasión al tejido raquídeo la clínica estará protagonizada básicamente por el dolor rebelde a analgésicos convencionales y signos de compresión medular por probables fracturas patológicas.

Una vez se ha diagnosticado una o varias metástasis raquídeas, hay que definir cuál sería el mejor tratamiento para el paciente. Con el advenimiento de los Aceleradores Lineales (LINACs), la radioterapia ha sido usada tradicionalmente para tratar las lesiones metastásicas en la columna vertebral, obteniendo muy buenos resultados, pero hoy en día contamos con una variante denominada Radiocirugía Espinal, la cual consiste en emplear energía ionizante y depositarla específicamente en las vértebras donde haya enfermedad. Esto se hace bajo los más altos estándares de precisión, logrando proteger aquellas estructuras sanas que por supuesto no nos interesa lastimar, como son la médula espinal, raíces nerviosas, vasos sanguíneos, etc.

El éxito de la Radiocirugía espinal está estrechamente relacionado con el control de la enfermedad primaria, lo cual compete mayormente al oncólogo clínico. En la literatura mundial se reporta una supervivencia media de 24-36 meses en estos pacientes. No podemos cerrar este escrito sin antes recordar que el cáncer y sus complicaciones es un tema multidisciplinario, en el cual todos los médicos deben aportar su granito de arena.

Por Frankie Viñals Prestol, neurocirujano-radiocirujano en CDD-Clínica Abreu