En este artículo el experto en oftalmología e historia de la medicina, doctor Herbert Stern, hace recuento de los autorizados que ejercieron en Santo Domingo en los inicios del Siglo XX.
Les dejamos el contenido:
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En los trabajos que los estudiantes de medicina en el año 1943 entregaban al doctor Heriberto Pieter, encontramos un trabajo realizado por un grupo de estudiantes como los bachilleres Frias Galvez, Rosario Arias o Pezzotti Tejada sobre personajes que sin haber cursado estudios ejercían como médicos en el Santo Domingo de principios del siglo XX.
Entre esos destacamos a: Ramón Henríquez, quien nació en esta capital, hijo de padres muy pobres; comenzó su vida de médico, como practicante del Hospital Militar de esta ciudad, desde el año 1915 al 1920.
En ese año le fue concedido el exequátur para ejercer como médico autorizado en la ciudad de Santo Domingo y en Sabana Grande.
Es de notar que el índice de leyes correspondiente a la expedición de exequátur, aparece como el primero y el único que podía ejercer la profesión de médico en la ciudad de Santo Domingo, esto le fue concedido: primero, porque tenía ya cinco años de ejercer la profesión y segundo: basado en lo anterior, pudo pertenecer al grupo de los 53 candidatos que se presentaron como “simples aspirantes” a exámenes, para poder ejercer la profesión después de haber sido aprobado por la universidad.
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De los 21 aprobados en dicho examen: él fue uno. Comenzó su práctica poniendo inyecciones intramusculares y luego intravenosas.
Ejercía casi exclusivamente por los barrios, donde era muy popular entre sus amigos, hacía cirugía menor (abría abscesos, extraía uñas…etc.) acompañaba estas maniobras, sus ocurrencias y su carácter jovial, cosa esta que no podía esconderle el tono fañoso de su voz.
Como clínico, trataba todas las enfermedades y frecuentemente recurría a alguno de sus amigos médicos, internos del hospital militar, los que le aconsejaban el tratamiento a seguir.
Trabajó con el Manicomio Padre Billini con el doctor Mañón, como unos quince años, el mismo Mañón, nos dijo que casi todo lo que ganaba se lo bebía en ron, cosa ésta que lo quebrantó mucho, viéndose obligado a dejar el cargo que tenia, murió de cirrosis hepática en el año 1935.
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Otro personaje interesante fue José A. Miniño, quien nació en Baní en el año 1896, cursó los primeros estudios de medicina en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), llegando hasta el cuarto curso, siendo al mismo tiempo practicante de la Sala de Socorros de esta ciudad.
En el año 1920 le fue expedido un exequátur para ejercer como médico autorizado en toda la República. Y así lo hizo durante tres años en La Romana; dos años en Cotuí; dos en Barahona; paso luego a su ciudad natal, donde fundó la Clínica Máximo Gómez, en esta hacia sus operaciones quirúrgicas; apendicetomía, hernias, amputaciones en general etc.
Luego vino a Santo Domingo, donde fue director-administrador del hospital militar, durante la Intervención Americana, entre sus otras actividades en esta ciudad lo encontramos como socio fundador de la Clínica Mutual Española de Santo Domingo. Desempeñó el puesto de médico de los ingenios de Ilalia y Ocoa propiedad de los Vicini.
Fue mÉdico director del Leprocomio, durante los primeros años del actual gobierno y por último lo volvemos a encontrar otra vez en Baní, esta vez como médico municipal, cargo que parece desempeñó hasta su muerte ocurrida el 6 de mayo de 1936.
En esa época en que no había muchos médicos en el país, muchos se dedicaron a ejercer la medicina, en parte por la necesidad de la población y en parte por el escaso control que tenían las autoridades. Tras la creación en el 1920 de la Secretaria de Estado de Salud Pública, se regularizaron muchas situaciones. Seguiremos con este tema en próximos artículos.