Durante la campaña electoral del Colegio Médico Dominicano ocurrieron cosas interesantes que llaman la atención.
Desde hace cerca de un año, el doctor Waldo Ariel Suero había hecho públicas sus aspiraciones de volver a ocupar la presidencia del CMD, y a pesar de pertenecer al mismo movimiento gremial, el actual presidente, doctor Wilson Roa Familia decidió no apoyarlo y comenzó a proyectar posibles candidaturas que no prendieron en el interés de los médicos y terminaron por desvanecerse, como la del doctor Emignio Liria González.
Más tarde se comentó que impulsaría al pasado presidente doctor Severo Mercedes, pero este, evidentemente, no vio posibilidades de triunfo y no se animó a lanzar su candidatura, sino que recomendó que el candidato fuera el Dr. Santos Ramírez, a pesar de que acabada de aspirar a la presidencia de la Sociedad de Anestesiología, donde fue ampliamente derrotado.
Pero el doctor Santos Ramírez, menos ducho en el gremialismo, se dejó embaucar y aceptó ser un candidato titubeante y tardío.
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Llama poderosamente la atención, que el doctor Wilson Roa Familia, recibió el rechazo de sus planes de sus más cercanos colaboradores en la Junta Directiva Nacional del CMD, quienes le dieron la espalda y pasaron a apoyar la candidatura del doctor Waldo Ariel Suero y a formar parte de su plancha, entre ellos la doctora Mery Hernández Gómez, primera vice-presidenta, el doctor Carlos Roa, Secretario General, el doctor. Luis Peña Núñez, presidente del Distrito Nacional, el doctor Emignio Liria González, tesorero, así como numerosos presidentes provinciales.
La interrogante obligada ante esa realidad es por qué los miembros de la Junta Directiva Nacional le dieron la espalda al doctor Wilson Roa Familia. Difícilmente alguno de ellos se animaría a dar respuesta sincera a esa pregunta de manera pública, aunque privadamente lo hacen a diario.
Pero los antecedentes se encuentran en su historial de presidente desde el principio. Entre sus hazañas se encuentra su ilógico hostigamiento permanente a la Asociación de Médicos Abogados, a pesar de la misma estar reconocida como Sociedad Especializada filial de la AMD con la Resolución del Consejo Directivo número 073/2001, y su terquedad a reconocer la vigencia de dicha Resolución.
Otra acción llamativa fue la solicitud pública que me hizo el doctor Roa Familia en su discurso, durante mi juramentación como presidente de la Asociación de Médicos Abogados, de que le elaborara un Anteproyecto de Ley sobre la Despenalización del Acto Médico, al verse empantanado porque no había obtenido respuesta satisfactoria en ese sentido de la Consultoría Jurídica del CMD, y conocedor de los estudios y publicaciones que yo había hecho sobre el tema.
El Anteproyecto elaborado fue revisado por juristas versados en estos asuntos y ampliamente elogiado. Nadie sugirió cambiarle ni una coma. Le entregamos el mismo personalmente al Dr. Wilson Roa Familia, quien ahora dice no recordar ese evento, pero anuncia que está listo a depositar el Anteproyecto de ley, pero obviamente, sin reconocer mi autoría del mismo, la cual me sería fácil de demostrar.
Su respuesta ante la solicitud que le hicimos el doctor Emilio Jiménez Laucet y un servidor, de que igualara nuestros salarios como abogados del PLAMEJUR del CMD al de los demás abogados, en base a lo que establecen nuestras leyes laborales fue la cancelación de ambos, a pesar de que éramos de los pocos abogados con maestría en Derecho y profesores universitarios de Derecho.
Y sabido es que estas disposiciones eran de tipo personal, que se imponían caprichosamente sobre las de los demás, a pesar de todas las posiciones y recomendaciones contrarias.
Posteriormente se ha negado a dar informaciones solicitadas de manera formal por la Asociación de Médicos Abogados, razón por la que tiene dos demandas en acción de amparo ante el Tribunal Contencioso Administrativo, por violación a la Ley 200-04 sobre libre acceso a la información. Tiene una tercera demanda junto a su candidato derrotado, doctor Santos Ramírez, por violación a la Resolución 073-2001 de la Junta Directiva de la entonces Asociación Médica Dominicana.
El doctor Wilson Roa Familia ha tenido dentro del Colegio Médico Dominicano el comportamiento de un Faraón que impone todos sus caprichos por más absurdos y desacertados que sean, sin que nadie se atreva a adversarlo. Por eso, sus colaboradores le dieron la espalda cuando quiso imponer un candidato para él seguir gobernando desde la sombra. Algunos dicen que Petan, en Bonao, le quedó chiquito.
Aparte de su absolutismo, su interés primordial son los medios de comunicación. Nada parece interesarle más que conceder entrevistas y ruedas de prensa. Los elogios que inicialmente recibió terminaron por convertido en una persona engreída, que se cree de entendimiento esclarecido y el poseedor de mayores conocimientos sobre el CMD y se entiende merecedor del reconocimiento global y la gloria.
Es un presidente vedete, cuyo afán principal es llamar la atención, que busca hacer llegar a los medios de comunicación hasta lo más mínimo, porque escuchar su nombre en la radio y la televisión y ver su fotografía en los periódicos constituye para él, el mayor placer.
La conducta del presidente del CMD, doctor Wilson Roa Familia, hace que no me resista a reproducir las opiniones del profesor Royo-Villanova Morales R., por lo que hace referencia a lo antes expresado, cuando afirmó que «en las actividades y actuaciones de que hablamos, como en cualquier otra, hay divos encopetados que, ante el público, viven pendientes de sus aplausos, de su lisonja, como si fuera una claque, por desatinadas, ridículas, mezquinas que sean tales expresiones, pero no por eso dejan de ser agradables. Subidos en el pedestal de su engañosa gloria, corrompidos en él, sostenidos por pies de barro, viven con plena entrega al exhibicionismo, en la continua avidez y desazón de su aparatoso orgullo, de su espectacular vanidad. Con ánimo ávido y encendido, deseosos de sobresalir, de descollar, viven víctimas de su alocada soberbia, carga más que aureola de las pequeñas grandezas humanas, que exige una continua tensión del espíritu y esfuerzos cotidianos para superar a los demás.
Esta egorragia, achaque frecuente, muy extendido, exclusivo de los seres humanos, lo sería especialmente entre los doctos, dado que el orgullo, casi inseparable de la sabiduría humana, constituye la mayor pesadumbre, el más terrible enemigo del sabio, su más grave pecado. Los sabios a que nos referimos, vanamente orgullosos de su insegura y pobre ciencia, ávidos de honores y alabanzas, engreídos por la reputación de que gozan en la boca de los aduladores, solo se interesan por las vanas apariencias. Lo que les importa es la reverencia de los demás y no la crítica de los entendidos. Los honores espectaculares más que la verdadera estimación de las inteligencias honestas; las alabanzas de los simples, aunque sean exageradas, aunque suenen a hueco, aunque sean falsas, más que la consideración de los verdaderos sabios».
Por Domingo Peña Nina.