En este artículo, el experto en oftalmología e historia de la medicina dominicana, doctor Herbert Stern, aborda la forma de diagnosticar la fiebre tifoidea que causó grandes estragos a las familias dominicanas.
Para el diagnostico correcto de la tifoidea se utilizaba la reacción Widal que fue empleada por primera vez, en tierras dominicanas, por el doctor Luis Manuel Betances en 1912 en su propio laboratorio.
Le puede interesar:
Congreso Panamericano de Oftalmología (II)
Ya por el año de 1913, se hacían toda clase de reacciones en el Laboratorio Municipal que había sido fundado en el mes de mayo de 1908, incluyendo hemocultivos y diazoreacción.
Como medios terapéuticos, era de uso corriente en los médicos de entonces, el calomel, quina, quinina, ruibarbo, antipirina y más tarde la balneación.
Contra las hemorragias se usaban ratania, egortina, morfina, sub-nitrato de bistumo a grandes dosis. A esto se agregaba el régimen dietético de alimentos liquidos solamente.
Le puede interesar:
Doctor Alejandro Pichardo Pantaleón
Por su parte, y de acuerdo al trabajo presentado en 1943 por el doctor Alejandro Ibarra, nuestros campesinos también tenían su terapéutica, y esta consistía, principalmente, en la administración de purgantes repetidos al comienzo de la afección, unciones de cebo con mostaza é infusiones de jengibre y de ozúa; cataplasmas de alquitira, lociones de bay-rum con agua y baños aromáticos de las llamadas “tres hojas” que son: Rompe Saraguey, albahaca y naranjo.
Contra las epidemias se han dictado variadas providencias, las mas importantes de todas ha sido la vacunación obligatoria.
El “Juro Médico”, con determinadas atribuciones, algunas de ellas de carácter social, recomendaba a las familias dominicanas que hirvieran el agua.
No fue sino en el año 1916, cuando la vacunación se aplicó de manera extensa y amplia, dando magníficos resultados; pero acontecía durante la ocupación americana.
Para esta misma fecha se hizo la vacunación de manera intensa en Haina, de donde a cada instante venían enfermos y en cuya región la tifoidea era muy frecuente.
Con ese motivo se llamó a la capital al doctor Manuel Morillo, médico adscrito al gobierno que se encontraba en La Vega, para que se trasladara a aquel lugar e hiciese, en unión de otros médicos, la vacunación de aquella población y campos aledaños.
Es muy digno de observar también, que en la República Dominicana se ha comprobado que el bacilo Eberth, adaptado a nuestro medio, es mucho más aglutinable que su similar europeo, dato que debe tenerse muy en cuenta, sobre todo en la ejecución de la reacción de Widal.
El doctor Ibarra, en el trabajo al doctor Heriberto Pieter, sostenía diversas conclusiones, como el hecho de que desde el 1797 se conocía la tifoidea en la isla y era llamada “Fiebre Pútrida”.
Así mismo que el nombre de fiebre tifoidea lo encontramos por primera vez en el año 1861.
La primera epidemia ocurrió en el año 1861. Fue en la capital. Todos los años, para la época de las lluvias, se presentaban pequeñas epidemias y tenían relación con la cosecha de mangos.
El más importante trabajo sobre fiebre tifoidea publicado hasta el 1943 fue la tesis del doctor Alberto Gautreaux, “Tratamiento de la fiebre tifoidea por los baños frios”.
El doctor Rafael Miranda en su historia de la medicina publicada en 1960 afirmaba que a lo largo de nuestra historia las epidemias asociadas a la fiebre tifoidea, ocasionaron muchas victimas debido a la falta de medios para tratar adecuadamente la enfermedad. Afirma también el doctor Miranda que las epidemias que se produjeron en la ciudad de Santiago de los Caballeros tenían mayor morbilidad y mortalidad que las que acontecían en la ciudad capital.
Relata de igual forma Miranda que se colocaban sogas en los bocacalles aledaños a las casas de pacientes afectados, para por un lado dar tranquilidad al paciente y por otro lado alertar a los que pasaban por el lugar.
Afirmaba que ya en 1960 se habían erradicado las epidemias y que había un estricto control de la Secretaría de Salud Pública.