Discurso del Dr. Julio Amado Castaño Guzmán

El doctor Julio Amado Castaño Guzmán habló durante la puesta en circulación del libro En Cuidados Intensivos, de la periodista Altagracia Ortiz Gómez.

Distinguidos amigos y amigas:

Quisiera agradecer a todos ustedes su presencia y en especial a la licenciada Altagracia Ortiz quien es la protagonista de esta actividad.

Hace unos meses recibí la visita de la licenciada Ortiz quien me comentó su interés de presentar a la comunidad un libro de su autoría que estaba prácticamente concluido.

De manera casi automática, puse a sus órdenes el recinto de UNIBE ya que a mi entender, y conociendo sus trabajos periodísticos, la academia resultaría un espacio apropiado para sus propósitos, despojando a la misma de cualquier sesgo o intensión de que se interpretara de que se trata de una publicación que no comulga con ningún conflicto de intereses.

Tati, como le conocemos, hace más de una década que desde el tabloide periódico HOY, ha mantenido una línea periodística peculiar y autóctona que ha permitido a sus lectores conocer fortalezas y debilidades de nuestro sistema de salud.

La mayoría de los presentes, incluyendo quien les habla, tenemos participación desde distintas instancias en el sistema sanitario dominicano y conocemos las precariedades en que se desenvuelve, así como las grandes dificultades las cuales se ponen francamente en evidencia en nuestros indicadores de salud.

El viacrucis en la atención, así como las desigualdades sociales del sistema, se les esta haciendo tarde en encontrar una respuesta equilibrada y que permita la resolución y prevención de problemas del sector.

Es precisamente en ese mercado de lágrimas y sin sentidos, donde la protagonista de este encuentro retrata de cuerpo entero hasta donde hemos llegado.

Es muy probable, cuando cada uno de nosotros tengamos la oportunidad al revisar esta publicación de visualizar desde el prisma de esta insigne periodista los planteamientos que ha compilado en este texto, que validemos una vez más la necesidad de empezar una concertación urgente que tiene fecha de ayer.

Son las ideas hilvanadas por Tati sobre este drama lo que nos debería mover a todos los sectores y construir y ofertar soluciones de salud, tanto públicas como privadas, que respondan apropiadamente las revelaciones que hace permanentemente en su obra.

La medicina basada en evidencias fracturó y cambió el paradigma de la especulación científica y dio paso a eventos y datos concretos de los hechos que llevan al origen de las causas.

Es precisamente sobre esa metodología que se sustenta la pluma de Altagracia Ortiz.

Sin dejarse arrastrar de presunciones ni especulaciones, usa la evidencia y proyecta sus consecuencias señalando a aquellos que la protagonizan y escuchando a quienes les afecta.

El eje central de sus propósitos siempre ha sido el mismo: Las verdaderas víctimas.

A través de cada página reclama constantemente el respeto y la dignidad que merecen los marginados e hijos del infortunio.

Altagracia a pesar de sus múltiples vivencias y sus constantes denuncias, conserva en su interior la sensibilidad propia de un testigo que se resiste a aceptar los hechos y darse por vencida.

No ha sido suficiente lo que ha visto hasta el momento para darlo como válido y mucho menos aceptable por lo cual de manera casi obsesiva vuelve y verifica una y otra vez las imágenes de cuerpos y almas angustiadas, que lidian cada día en un marco de pobreza la tragedia de la enfermedad.

Su sensibilidad y capacidad de asombro continúan aun intactas porque en sus lecturas, y no entrelineas, desde sus cuartillos periodísticos, nos deja muchas veces perplejos y sin aliento por culpa del dolor ajeno.

Tratando de establecer una analogía que se aproxime a lo antes expuesto, me hace recordar la primera vez que quien les habla siendo apenas un pre interno hospitalario, presenció por primera vez sin entender lo que pasaba un niño fallecer en una sala de urgencias de un emblemático sanatorio.

Un residente a cargo del servicio, con aspecto cetrino y rostro anudado, por su larga permanencia de 24 horas desaciertos en una sala de urgencias, se burlaba con sarcasmo de mi ánimo afligido y me advertía entre dientes que eso era con el primero ya que con los que siguen no me dolería tanto. Lo que jamás me imaginaria es que 30 años después, se mantendrían vigentes en el día a día de una jornada hospitalaria.

Esta obra que se presentará en unos minutos, necesitaba ser circulada desde una academia, ya que cada párrafo y cada pensamiento de la autora, podrían servirnos a todos de reflexión colectiva.

Sus planteamientos se desprenden de situaciones específicas pero que al final son solo partes de un sistema con mayores debilidades en el fondo que en la misma forma.

El sistema de Salud está enfermo.

Por eso su voz que no se calla y siempre está alerta para denunciar y lanzar socorros.

Nos muestra evidencias de problemas concretos que si fueran sometidos al método científico pondrían sobre el tapete un dosier de intervenciones correctivas.

El pasado reciente nos muestra que el sistema es reactivo, no preventivo.

Nos encontramos inmersos en un prolongado deyavu en el sector salud dominicano.

Tenemos la sensación de que, aunque dicen que mejor tarde que nunca, el tema salud a puros repujes e improvisaciones empieza a ser una prioridad en el espectro político y social. Sin embargo más que buenas intenciones necesitamos asignaciones.

Estimados amigos y amigas, esta obra transforma el momento en algo transcendente.

Altagracia, a través de sus artículos, a dejando en nuestras consciencias el reparto de las responsabilidades de los hechos en cuestión.

Ojalá y este evento no pase por alto, y pueda convertirse en una especie de proclama.

Que su eco llegue a lo más profundo de todos, incluyendo a los ausentes que son quienes finalmente, por su investidura, pueden tomar las grandes decisiones.

Que de una vez por todas los recursos dejen de ser el origen de las cosas y las responsabilidades se hagan transparente y a no tener una excusa.

Hace falta que redoblemos los esfuerzos para cambiar lo que Altagracia de manera valiente y sin prejuicios nos presenta: un sistema de salud que no termina aún de salir de cuidados intensivos.

Bienvenidos a todos

Dr. Julio Amado Castaños Guzmán
Presidente del Patronato del Hospital General de la Plaza de la Salud (HGPS)