El exceso de trabajo es el pan diario de los residentes

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Es una carrera contra el tiempo y por entrar en el estrecho agujero de los puestos de residencia. Años de estudios universitarios, pasantías y demás. Y luego el proceso más difícil: lograr cupo en un programa de residencia de República Dominicana en el escenario de pocas plazas, muchos aspirantes e imposiciones por influencias políticas.

Se estima que el ministerio de Salud Pública cuenta con alrededor de 80 programas de residencias, que abarcan las principales especailidades médicas y se desarrollan en diferentes puntos de la geografía dominicana. Algunos centros privados también forman residentes.

Los programas de residencia tienen su génesis en el año 1968 cuando empezaron a llegar al país los especialistas que habían viajado al exterior a formarse.

Resumen de Salud entrevistó a dos recién graduados de esos programas, los doctores Jairo Guerrero y Joselín Berroa, que desarrollaron su programa de formación en el hospital Vinicio Calventi. El primero en geriatría y Berroa en medicina familiar y comunitaria.

Más allá del horizonte burocrático y los obstáculos, hay otro escenario que no pensaban estaba ahí: el exceso de trabajo. Es la queja de los dos médicos jóvenes, entrevistados por Resumen de Salud:

De forma particular, Guerrero explicó a Resumen de Salud que las guardias y las post-guardias son jornadas de trabajo muy extensas. Las guardias son los horarios asignados para la atención.

“Creo que deben mejorar porque cuando uno está de servicio dura 24 hora y al otro día no te puedes ir a tu casa, habiendo amanecido sales de ahí a las 11 y 12 de la noche”, dijo.

Sostuvo que hay algunos hospitales que son más flexibles, como el Vinicio Calventi, y despachan a los residentes a las 12 del mediodía después de una guardia.

Asegura que nadie con exceso de trabajo logra aprender y menos dar una atención de calidad a ningún paciente.
“Mi experiencia en el programa fue muy buena, de mucho trabajo”, dijo, al dedicar unos minutos previos a la entrega del diploma que lo convirtió en geriatra.

Trabajar con pacientes geriátricos no es fácil, debido a que son los más vulnerables, que se encuentran al final de sus vidas con todas las complicaciones habidas y por haber, dice.

Agrega que “del programa uno sale muy capacitado. Como residente no va solo, sino que tienes un guía en los coordinadores y demás miembros del consejo académico”.

“En cuanto a cómo funcionan en la actualidad los programas de residencias médicas, no estoy muy involucrado, porque cuando yo hice el proceso -hace cuatro años- todo era diferente. Las reglas han cambiado totalmente”, explicó el médico, que obtuvo la mejor calificación en la recién graduada promoción de geriatría del hospital Calventi.

Consideró que en la actualidad los concursos se hacen con mucha trasparencia. “Antes había más dificultades, ahora el que tiene su promedio y saca su nota puede entrar al programa sin ningún tipo de objeción”, anota.

La doctora Joselín Berroa también expresó su parecer sobre los programas de residencia. Esta joven médico obtuvo la mejor calificación del grupo de 10 especialistas en medicina familiar y comunitaria graduados en el referido hospital.

Aseguró que en las residencias todo depende de los intereses que tengan la Dirección del centro y el Consejo de Enseñanza.
Explicó que ellos son quienes deciden cada una de las funciones y los aspectos que se van a implementar en las residencias; pero en comparación con otras escuelas, valoró el trabajo de hospital general Vinicio Calventi.

Al igual que su colega graduando, se quejó del exceso de trabajo, tras afirmar que ese es el mal de eterno.

Agregó que el caso de las residencias de medicina familiar y comunitaria, “entiendo que se debería hacer un trabajo de campo en el que el médico este más en contacto con la comunidad y el ámbito social que rodea al paciente”.

Por Gabriela Mora