Santo Domingo.- La dermatitis atópica (DA), es conocida como una enfermedad crónica, sistémica e inflamatoria de la piel, que origina picazón intensa y persistente, entre otras cosas que afecta la calidad de vida de las personas que lo padecen.
Esta enfermedad generalmente se manifiesta durante la niñez y puede persistir como una enfermedad crónica hasta la adultez, sin embargo, también puede iniciar en la edad adulta de los pacientes.
Aproximadamente del 5 al 20 por ciento de los niños del mundo padecen la enfermedad.
La incidencia de la DA está aumentando y puede afectar cualquier raza y región geográfica, sin embargo, hay una mayor incidencia en áreas urbanas y países desarrollados, especialmente en Occidente.
Se estima que la prevalencia global de DA en la población adulta es la siguiente: 4.9 por ciento en EEUU, 3.5 en Canadá, 4.4 en la UE, 2.1 en Japón.
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El doctor Pablo Noël del servicio de dermatología del Complejo Hospitalario “Dr. Arnulfo Arias Madrid” de Panamá, en el marco del Taller para Periodistas “Dermatitis Atópica debajo de la piel” patrocinado por Sanofi Genzyme, explicó que la DA en adultos puede aumentar el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares.
Sin embargo, el especialista asegura que lo más preocupante de todo está en la alteración de la esfera psicológica que la enfermedad produce en los pacientes, que puede llevar a intentos de suicidios, “los pacientes con dermatitis atópica registran en un 38 por ciento ansiedad y 1 de cada 4 pacientes sufren depresión”, dijo.
Al ser una enfermedad que no tiene cura, las alteraciones en la esfera psicológica de los pacientes es recurrente prácticamente en todos los afectados con dermatitis atópica de moderada a grave.
Aunque no se tienen cifras precisas de cuántos suicidios a nivel mundial, son producto de la irritable calidad de vida de los pacientes afectados con DA, un estudio en Estados Unidos, publicado en la revista ‘British Journal of Dermatology’ ha encontrado tasas sustancialmente más altas de ansiedad y depresión entre los adultos estadounidenses con dermatitis atópica en comparación con los que no lo tienen.
Por Dayana Rodríguez Azócar