Médicos de altura: Pedro Pablo Díaz (VIDEO)

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 Foto_Dr_Pedro_Pablo_Diaz_3.jpgLes dejamos otra de las entrevistas de nuestra serie Médicos de altura. Otras pueden ser consultadas en la sección Entrevistas

Aunque quien le escucha pudiera pensar que los años de trabajo y la dilatada trayectoria profesional le permiten hablar con sentencias o frases de sabios, el destacado neurocirujano Pedro Pablo Díaz Vasquez se define como un hombre siempre dispuesto a escuchar y a aprender de todo el mundo, inclusive de aquel de quien él tiene la responsabilidad de enseñarle. Y defiende y promueve el trabajo en equipo.

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A pesar de haber estudiado en una prestigiosa universidad, vivido durante 7 años en Francia y haber sido condecorado con el grado de Caballero del Mérito por el gobierno francés, tal glamour no le envanece. Más bien asegura que es un neybero auténtico. Hay cosas que durante el diálogo recalca y que para él revisten importancia destacar: su madre es de Neyba y su padre de Barahona. Ella era profesora, intelectual, poetisa; su padre, sastre y luego empleado público.

Viene de una familia numerosa. Sus progenitores se quedaron en el número mágico: siete. Muestra orgullo de ello. Habla de dos hermanos médicos, Frank y Carlos. A Frank lo tiene en un pedestal. En un episodio de la guerra de Abril de 1965 llego al martirologio. “Fue a buscar un herido y los americanos le dispararon cuando lo transportaba. Estaba en el último año de medicina y lo declararon médico post mortem”.Su hermano Carlos le dedico el ejercicio de la medicina a su pueblo natal Neyba. Hay cosas que le gusta evocar: que estudió en La Salle, que ingresó en la universidad a los dieciséis años y que su tía Bélgica le enseñó a leer en su casa.

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Si algo se desprende del diálogo es que este profesional ha dejado en el camino el pellejo, pero lo ha hecho gustosamente pues la profesión lo exige, y está claro y no tiene reparos en reconocerlo: hasta la familia se ha sacrificadoenormemente, pues la neurocirugía no permite mediocridad y le roba el tiempo preciado a la familia.Siempre trato de recompensarles con cariño el tiempo robado.

Del diálogo con Díaz se desprende que es locuaz y que hay detalles que siempre tiene presente: como que su hermano-héroe, está enterrado en el cementerio de la avenida Independencia y que la neurocirugíapara abrazarla con éxito es una especialidad a la que hay prácticamente que sepultarse con ella. “Al consultorio del neurocirujano, hasta quien está sano viene convencido de que está enfermo”, dice este galeno, que recibe a Resumen de Salud con gran amabilidad y dispuesto a desnudar y mostrar aspectos de su vida privada y así como ejerce su delicada especialidad, responde sin titubeos.

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Les dejamos la entrevista:

RS: ¿De dónde le nace estudiar medicina?

PPD: La medicina es una expresión del humanismo. Con eso se nace. La gente tiene una tendencia natural a ser solidario con los demás, y a partir de ahí nace una expresión de amor hacia los otros seres humanos. Si amas a la gente, eliges ser profesor, sacerdote,orientador, médico o enfermera, en fin, eliges una profesión de servicio. La medicina es una carrera donde, sobre todo, priman la solidaridad y la compasión. Eso no le es dado a todo el mundo.

RS: La UASD, ¿qué le queda de aquella experiencia y formación universitarias?

PPD: Sigo siendo uasdiano. Fui un estudiante preocupado por el proceso social de mi país. Me causa simpatía que quiénes fueron mis compañeros universitarios hoy dirigen el país. Hay luces y sombras, pero te confieso que esos son recuerdos muy particulares.

RS: ¿Cómo es que se da el proceso para que usted estudie en Francia?

PPD: Me fui a Francia con la ayuda de la Doctora Margarita Cerda, primera mujer neuróloga dominicana, quien me conoció accidentalmente en el Hospital Juan Pablo Pina de San Cristóbal. Ella estaba recién llegada de Francia y leyó una historia clínica que yo había escrito y preguntó quién la había hecho. Me dijo que estaba muy bien,me preguntó si me gustaba la neurocirugía y le dije que yo no era un internocomún sino que yo era un monitor de neuroanatomía para explicarle porque tenía una base más amplia que el resto de mis compañeros.

RS: Y a Francia ¿a qué va?, ¿objetivo del viaje?

PPD: Fui a Marsella, Francia con el objetivo de estudiar epilepsia y electroencefalografía clínica.El problema es que yo nací cirujano. A los pocos meses me transferí al servicio de neurocirugía y allí pasé siete años maravillosos de mi vida dedicado a la vida neuroquirúrgica. Regrese con varios títulos universitarios, una esposa y un hijo.

RS: ¿Por qué se inclina hacia la neurocirugía? ¿Cómo llega a la neurocirugía?

PPD: siempre me atrajeron las ciencias neurológicas, el cerebro, su funcionamiento, el sistema motor, la conducta. La neurocirugía es un desafío técnico, intelectual y moral. Hay que ser extremadamente preciso en el quirófano, el gesto más sencillo que hagamos en una cirugía si es fallido podría condenar al paciente a ser un discapacitado por vida o a morir. Para hacer algo bien en la vida tienes que dedicarle tu vida entera y todos tus recursos. La neurocirugía es una especialidad difícil, compleja y comprometida que nos exige dar el máximo de nosotros en cada gesto.

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RS: La parte de maestro que tanto le apasiona. Háblenos de eso.

PPD: Con eso se nace. Hay gente que no les gusta enseñar. A mí por el contrario me entusiasma, me compromete y me hace crecer. Enseñar es una forma de vida. Hasta cuando estoy estudiando algo para mí, me visualizo comentándolo con otro. Estamos en la época del conocimiento. ¿De qué sirve participar en un congreso si no puedo comentarlo? Yo todos los días tengo contacto con médicos residentes.

Cada paciente es un universo nuevo, es una revisión de técnica de cirugía o de clínica; con los jóvenes me siento que aprendo, pues ellos traen los temas, ellos manejan mejor que yo la red. Eso es lo que nos mantiene vivos y al día. Hasta ahora he sido conferencista en todos los congresos que ha organizado mi sociedad especializada.

RS: Y la relación con su esposa, ¿cómo empieza la historia de amor?
Es muy hermosa. Mi esposa era enfermera y yo era estudiante de neurocirugía en la universidad de Marsella-Francia. Allá nos conocimos y casamos en el 1985, hace 33 años.Formamos una hermosa familia. A su apoyo debo el éxito de mi vida y de mi carrera. Tenemos tres hijos que ya son adultos independientes. Me siento orgulloso de ella y de ellos, aunque ninguno quiso estudiar medicina. Lesgusta la medicina, pero no la vida del médico. Vieron a un padre completamente inmiscuido en el trabajo. Son todos profesionales brillantes, graduados con honores. La familia es el proyecto más importante en la vida de un hombre.

RS: ¿Es tan absorbente la neurocirugía?

PPD: La neurocirugía, si la vives con pasión, siempre tienes que estar presente. Gran parte de tu vida es para los pacientes. El drama del

neurocirujano es que para hacer bien las cosas, hay que entregarse por completo. No hay fines de semanas ni días feriados, solo si tienes el apoyo de una buena familia puedes salir adelante.

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RS: ¿Cómo ve la neurocirugía en estos tiempos?

En nuestro país la neurocirugía ha ido evolucionando favorablemente y es mejor que lo que hacíamos en 1986, cuando regrese al país. Podríamos decir que algunos centros están a la altura de cualquier centro de América Latina yhasta de algunos países desarrollados.

Tenemos mucho más tecnología que antes. El Estado dominicano ha logrado entender que hay que invertir para dar mayor calidad en los servicios. Debería invertir más! La neurocirugía tiene en la capital tres puntos de apoyos fundamentales: Hospital General de la Plaza de la Salud (con todos los avances tecnológicos) yo dirijo ese servicio, CECANOT, y Cedimat, que hacen un trabajo maravilloso.

RS: ¿Qué tiene el neurocirujano que lo defina?

PPD: Es difícil definir en una palabra. Honestidad con el paciente, capacidad de estudio, de sacrifico y equilibrio emocional. Los pacientes están por encima de tus proyectos personales.

RS: ¿Usted cree en los milagros?

PPD: Sí. Yo he visto muchos. He visto gente que no me explico cómo están vivos. Y he visto gente morir que no sé porque murieron. La neurocirugía es caminar en el filo de la navaja y a veces estás abatido, pero tienes que seguir adelante.
Nota final

El doctor Pedro Pablo Díaz confiesa sin rubor quecree en milagros. Y motivos no le faltan a un hombre que cuenta con asombro cómo su familia pudo recuperar el cadáver de su hermano muerto a los 22 años por los soldados invasores y cómo su madre, cuando lo visitó en Francia, conocía más obras del Museo de Louvre que él que vivía allí. Le debe todo al apoyo a su familia, su esposa e hijos.

Por Eloy Alberto Tejera

resumendesalud@gmail.com