Las autoridades de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) salieron al paso de las críticas a la forma en como acordó el fin de la huelga con los sindicatos y apuntaron a que lo que alcanzó fue “el acuerdo posible, no el perfecto”.
Román Macaya, presidente Ejecutivo de la Caja aseguró que “no somos cualquier institución pues materializamos el derecho a la vida y a la salud” y ese es el contexto que hay que comprender a la hora de negociar una huelga tan particular como la que se da en la CCSS.
Según el jerarca, hubo dos razones que hicieron que esta huelga tuviese un efecto más profundo que el provocado por el movimiento ocurrido del año pasado y que motivaron el desenlace actual.
Una de estas razones fue que, en esta oportunidad, los médicos especialistas se sumaron a la huelga y ellos son “insustituibles”.
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El otro elemento que marco la diferencia es que, contrario al año pasado, ya todos los que participaban en la huelga sabían que se les pagaría hasta el último día de participación en la huelga, tal y como quedó claro en el movimiento anterior.
«Es falso que la Caja cedió en todo. Los sindicatos querían cesantías de 20 años” dijo Macaya ante las preguntas de la prensa que apuntaban a que la Caja fue la parte perdedora en esta negociación.
“Lo que hemos judicializado es lo preexistente a la ley (pluses salariales)”, aseveró el presidente de la CCSS, quien añadió que todo lo demás se ha implementado tal y como lo pide la ley de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas.
Acerca de la solicitud del sector empresarial al mandatario Carlos Alvarado para que analice la continuidad del presidente de la Caja, el mismo Macaya dijo que “uno está en el puesto hasta que el presidente decida lo contrario. Tengo la conciencia tranquila sabiendo las intrigas que hay en una negociación y que lo que estaba en juego con la vida de los pacientes”.
El jerarca de la CCSS resaltó el liderazgo de Alvarado y la gestión de los diputados en virtud de aprobación de la Ley de Fortalecimiento de Finanzas Públicas, sin embargo, implementarla supone un esfuerzo mayor.
«La reforma fiscal no es fácil. Queda mucha mecánica en el proceso de implementación, incluso ninguna institución pública lo ha realizado en su totalidad», concluyó Macaya.