La farmacia es uno de los departamentos centrales de un hospital que enmarca una de las actividades principales en la atención asistencial de los pacientes, así como son los departamentos de imágenes, patología o los laboratorios, debido a que son estos los que permiten que se ponga en marcha las labores asistenciales.
La farmacia hospitalaria es el servicio de atención médica que se encarga de elegir, preparar, almacenar, combinar y dispensar medicamentos y productos sanitarios, asesorando tanto a los profesionales de la salud como a los pacientes sobre su uso seguro, efectivo y eficiente. Es un área que se esfuerza por mantener y mejorar continuamente la gestión de medicamentos y la atención farmacéutica de los pacientes, con los más altos estándares en un entorno hospitalario, por el impacto directo que tiene frente a los usuarios.
Esta definición que abordamos de la farmacia hospitalaria confirma todas las vertientes que tiene este servicio clínico, no podemos verlo desde la perspectiva minimalista de la gestión de almacén de productos farmacéuticos o sanitarios.
En esta tesitura, de todos los roles que se pueden tener dentro de una gestión hospitalaria, este servicio central tiene una carga de responsabilidad incalculable, en virtud de que sus funciones se pueden posicionar en 3 pilares centrales:
a) Gestión de stock – Cuando abordamos la gestión de un stock, estamos hablando de manejar los procesos desde adquisición, control y dispensación de los medicamentos y los productos sanitarios. Este stock o almacén debe ser moderado, pero oportuno para las necesidades que requiera el hospital. Evidentemente este manejo conlleva ciertos matices muy propios y característicos de la industria. Por ejemplo, al momento de la adquisición se debe tener claro: ¿cuáles son las necesidades que mis agentes de interés demandan?, tanto a nivel de los profesionales de salud al momento de que prescriban, como del paciente y de las patologías que llegan al centro; ¿qué productos comprar?, para poder satisfacer dichas demandas; ¿qué productos de los seleccionados cumplen con los requerimientos de calidad y garantías de la trazabilidad?; y sobre todo, ¿cuáles proveedores pueden tener este sello de calidad al respecto?
En el proceso de control, se debe de cumplir con todos los estándares de almacenamiento conforme las buenas prácticas de almacenamiento de los medicamentos y de productos sanitarios, dependiendo del mismo, como puede ser el registro de control de temperatura, la doble protección de los medicamentos controlados, el debido orden y limpieza de donde reposan los mismos. Otro punto a destacar en este mismo pilar es el momento de la dispensación de dichos productos, en manos de quienes lo administrarán o lo utilizarán, debido a que aquí debe de reinar una supervisión y triangulación entre la prescripción, administración y las condiciones del paciente.
b) Revisión y supervisión de medicamentos – En este sentido, el farmacéutico pasa a ser un cuidador no solo de los productos que se encuentran a su cargo y del inventario de éste (caducidad, estado físico, temperatura), sino también un vigilante de los tratamientos que se encuentran en marcha sobre los efectos que dichos productos producen sobre los pacientes. Es el celador de la farmacovigilancia antes los efectos o eventos adversos que se puedan presentar al momento de la administración del medicamento y el encargado de los reportes oportunos por ante las instituciones correspondiente, función que se encuentra debidamente normatizada a nivel legal, pero que en la practicidad aún falta por asentar, para que esto pueda ser de un uso más regular tanto por los centros como por las casas farmacéuticas / distribuidoras.
c) Monitorización terapéutica del servicio clínico – Este es uno de los roles de la farmacia hospitalaria que en República Dominicana lo tiene más rezagado en comparación con otros países como España, Colombia, Argentina… Básicamente este rol se establece con la información a los clínicos de las guías farmacéuticas, del buen uso de los medicamentos y sobre el costo efectivo de la implementación de dichas guías. De igual forma, esta monitorización terapéutica se vierte hacia los pacientes: modo de uso, beneficios, la importancia de la adherencia del tratamiento, efectos secundarios o evento adverso, traduciéndose en garantizar al bienestar y seguridad del paciente.
Algo a destacar en nuestro país es que este último pilar, en cuanto se refiere a la interacción directa con el paciente, ha sido un rol que ha desempañado el clínico o el personal asistencial, mas no del farmacéutico, en virtud de lo que anteriormente abordábamos.
Lamentablemente en la práctica de algunos países de Latinoamérica, como es Rep. Dom., no ha existido ese vínculo con los referidos 3 pilares, ni tampoco ha existido ese rol activo que los farmacéuticos hospitalarios deben tener, entendiéndose que la farmacia hospitalaria solo se encasilla en el pilar de gestión de stock, haciendo uso como si fuese un almacén. Evidentemente aquí es que se encuentra el reto de transformación a esta práctica que se ha venido haciendo, para poder garantizar la seguridad de los pacientes al momento del suministro o administración de un determinado tratamiento.
¿Cómo se logra este proceso de transformación? El proceso de transformación que necesita la farmacia hospitalaria en nuestro sector debe ser trabajada desde varias vertientes, la cual me permitiré recomendar:
– Cambiar la mentalidad respecto al perfil de los farmacéuticos en cuanto a la pasividad de su intervención con el paciente, a un rol más activo e interactivo, logrando de esta forma que el proceso del paciente sea más integral y multidisciplinar, desde todos los profesionales de salud que intervienen en el proceso; y,
– Fomentar la profesionalización de los farmacéuticos bajo los matices de especializaciones conformes las necesidades. Agudizar las competencias de un farmacéutico hospitalario implica involucrarlo en procesos no solo de nomenclaturas químicas, sino también en las interacciones con el paciente de una forma directa. Cada día todas las profesiones requieren de más especificidad y desarrollo en áreas puntuales, por lo que resulta razonable y necesario que para estos profesionales se haga lo mismo, como ya ha pasado en otras naciones.
Sin duda alguna, cuando contamos con profesionales de salud, donde forme parte un farmacéutico hospitalario que cubra con los 3 pilares que se ha citado, se logra un perfil que agudiza las competencias de un equipo clínico y asistencial más multidisciplinar – integral – eficiente, traduciéndose así en un proceso que garantiza la calidad del servicio y la seguridad de los pacientes.
Por Dilenny Camacho Diplán
