Nobel de Medicina reconoce el desarrollo de la inmunoterapia en cáncer

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Copenhague.- El Nobel de Medicina reconoció los estudios para desarrollar la inmunoterapia contra el cáncer del estadounidense James P. Allison y el japonés Tasuku Honjo, que han establecido nuevos principios en la lucha contra la enfermedad.

Su trabajo ha revolucionado el tratamiento contra el cáncer de pulmón o el melanoma y varios tipos en fase metastásica, cambiando la forma de combatir ese mal, ponderó la Asamblea Nobel del Instituto Karolinska de Estocolmo.

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Allison y Honjo demostraron, a partir de diferentes estrategias, cómo el sistema inmunitario puede usarse para luchar contra el cáncer, una idea que ya se empezó a discutir a finales del siglo XIX y principios del XX y ha originado investigaciones durante años, aunque sin que resultasen en nuevas estrategias terapéuticas.

Los descubrimientos de los nuevos nobel «constituyen un hito en la lucha contra el cáncer», dijo tras el anuncio el presidente del Comité Nobel de Medicina, el inmunólogo Klas Kärre.

Se trata de un enfoque «completamente nuevo porque, al contrario que estrategias anteriores, no está centrado en las células cancerosas, sino que lo hace en el sistema inmunitario», agregó.

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En la década de 1990, Alisson empezó a estudiar en su laboratorio de la Universidad de California, Estados Unidos, la proteína CTLA-4, que funciona como freno de las células T, claves en el sistema inmunológico.

Otros investigadores habían descubierto esa propiedad de la CTLA-4 y aplicado el mecanismo en enfermedades autoinmunes, pero Alisson tenía una idea diferente.

Tras descubrir un anticuerpo que podía unir a esa proteína e inhibir su función, quiso averiguar si podía liberar el freno de la célula T y provocar que el sistema inmune atacase las células cancerígenas.

Usando esa técnica pudo curar a ratones con cáncer y, después de sus esfuerzos por desarrollar una estrategia para humanos, logró en 2010 efectos sorprendentes en pacientes con melanoma avanzado.

Honjo descubrió en paralelo en la Universidad de Kioto (Japón) la PD-1, otra proteína expresada en la superficie de las células T: años de experimentos mostraron que funcionaba como freno aunque con un mecanismo diferente.

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De acuerdo a la información que destaca la prensa internacional, un estudio demostró en 2012 su eficacia en el tratamiento de pacientes con distintos tipos de cáncer, también en casos en los que la enfermedad estaba en fase metastática.

Nuevos ensayos clínicos refieren que la combinación de ambas proteínas en terapias puede ser aún más efectiva, como ocurre con los pacientes de melanoma.

Kärre indicó que, hasta ahora, había tres pilares en el tratamiento contra el cáncer que era quitarlo con cirugía, eliminarlo con radiación (radioterapia) o atacarlo con medicamentos que dañan las células cancerígenas.

Sin embargo, explicó lo descubrimientos de los nuevos laureados «han añadido un nuevo pilar en las terapias contra el cáncer, presentan un principio completamente nuevo» y además funciona en diferentes tipos de tumores.

Allison y Honjo ganaron en 2014 por sus descubrimientos en inmunoterapia el primer Premio Tang de Biotecnología Farmacéutica, uno de los cuatro campos que reconocen los galardones creados por un empresario taiwanés como una especie de «complemento» al Nobel y dotados con 1,33 millones de dólares.

Además, Allison fue galardonado este año con el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Biomedicina por crear la primera inmunoterapia de «alta eficacia» contra el cáncer.

Por el Nobel de Medicina se repartirán 9 millones de coronas suecas (1,02 millones de dólares), un premio en cuyo palmarés suceden a los estadounidenses Jeffrey C. Hall, Michael Rosbash y Michael W. Young, distinguidos en 2017 por descubrir los mecanismos moleculares que controlan el «reloj biológico interno».

No es la primera vez que enfoques terapéuticos del tratamiento del cáncer han sido premiados con el Nobel de Medicina: Charles Brenton Huggins fue distinguido, por ejemplo, en 1966 por descubrir hormonas para tratar el cáncer de próstata y Edward Donnall Thomas, en 1990, por sus hallazgos en transplante celular y de órganos.