La doctora María Van Kerkhove, parte del equipo de lucha contra la Covid-19 de la Organización Mundial de la Salud (OMS), analiza en una entrevista con Efe una enfermedad que ya no causa la misma alarma social que antes, pero aún nos tiene que preocupar.
La epidemióloga estadounidense, jefa de la Unidad Técnica Anticovid de la OMS, ha participado desde enero de 2020 en prácticamente todas las ruedas de prensa semanales de la agencia para informar de la situación de la pandemia, siempre pidiendo a la población mundial que mantenga todas las precauciones posibles.
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La experta, curtida en la lucha contra epidemias desde que a principios de siglo investigara los brotes de gripe aviar en Camboya, hace un balance del año 2022, en el que el nivel de alerta por la covid bajó, y lanza sus previsiones para 2023.
PREGUNTA: ¿2022 ha sido un año de menos trabajo para la OMS que los dos anteriores?
RESPUESTA: La situación de la pandemia fue en verdad diferente, pero estuvimos tan ocupados como siempre. Ahora la labor es calibrar planes para lidiar con la covid a largo plazo. Realmente el nivel de intensidad es diferente pero sigue habiendo mucho trabajo que hacer.
P: ¿Olvidamos la pandemia demasiado rápido una vez que empezó la guerra de Ucrania?
R: El año empezó con la emergencia de la variante ómicron, que rápidamente reemplazó a la delta, que había sido la dominante. Vimos una intensidad de contagios extraordinaria, que nos obligó a rediseñar nuestras curvas de estadísticas. Ahora nos encontramos con un descenso de casos pero en el contexto de una relajación en los niveles de vigilancia: estudios en aguas residuales sugieren que los casos reales podrían ser cinco veces mayores de los que se reportan. Las muertes han bajado, pero aún no estamos fuera de peligro. El virus sigue evolucionando ante nuestros ojos, y sigue habiendo entre 8,000 y 10,000 muertes semanales, una cifra inaceptable.
P: La tasa de vacunación global es del 68 %, ¿estamos cerca de la inmunidad de grupo que requería un 70 %?
R: No, porque se debería lograrse en todos los países y aún no hay una distribución igualitaria. También es importante el objetivo de lograr tasas del 100 % en los grupos de alto riesgo, como personas mayores, trabajadores sanitarios y personas inmunocomprometidas.
P: ¿Las vacunas siguen siendo eficaces contra la variante ómicron, con capacidad de evolución muy rápida y más de 500 subvariantes?
R: Las vacunas disponibles son increíblemente protectoras con todos los sublinajes de ómicron que están circulando, aguantan bien contra formas graves de la enfermedad, aunque no sean tan efectivas contra la infección porque se diseñaron para evitar casos severos y muertes. La cuestión ahora es si los futuros sublinajes, que suelen ser cada vez más contagiosos, provocarán que la gente pierda inmunidad y pueda reinfectarse.
P: ¿Necesitaremos administrarnos nuevas dosis en ese caso?
R: Posiblemente, aunque aún no tenemos todas las respuestas sobre qué tipo de vacunas se necesitarán. Es probable que necesitemos dosis adicionales, pero para determinar la frecuencia necesitamos hacer un seguimiento de las variantes. Es normal que el virus gane inmunidad con los años.
P: El hecho de que en 2022 sólo hayamos hablado de una variante, la ómicron, cuando en 2021 hubo muchas otras (alfa, beta, gamma, delta), ¿significa cierta estabilización en el coronavirus?
R: El uso de las letras griegas fue sólo una estrategia de comunicación, el virus sigue evolucionando al mismo ritmo que antes. El coronavirus SARS-CoV-2 aún es un «bebé» en términos de su tiempo de circulación, del que desconocemos mucho. Nos preocupa por ejemplo que pueda regresar a poblaciones animales y de ahí se transmita de vuelta a los humanos con nuevas mutaciones y combinaciones inquietantes.