“Corresponde trabajar por su encauzamiento a la ética del entorno”

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dr_miguel_suazo.jpgSanto Domingo.- La bioética está en el foco público, tras la demanda ganada por dos médicos de Santiago de 4.5 millones de dólares al ex lanzador de Grandes Ligas Bartolo Colón.

El doctor Miguel Suazo, ducto en el tema y quien dirige un departamento importante con el tema, opina, y lo hace con la contundencia de que desde el balcón de la sabiduría emite sus juicios.

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Dice, entre otras reflexiones, que corresponde trabajar por su encauzamiento a la ética del entorno, ya que allí es donde se juegan los principales peligros de que se pervierta lo que en su esencia es lo bueno.

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Les dejamos su artículo completo:

Bioética y medicina antienvejecimiento

La historia de la medicina a recorrido por unas pretensiones que a su vez se han convertido en constantes, entre ellas podemos citar, la de no morir, la de no enfermar y la de no envejecer. Ha llegado a complacerse si logra por lo menos prolongar la vida, postergar la vejez y prevenir la enfermedad y en base a ello ha desarrollado múltiples aportes al conocimiento y a la vez una industria que no siempre han quedado en buenas manos ni en buenos propósitos.

Nos referimos al desarrollo de la llamada medicina antienvejecimiento, entendiendo esta como el marcado interés en la prevención de la enfermedad, en actuar para que esta no haga su aparición o cuando menos que lo haga lo más tardío posible. Se le relaciona con la genética y los hábitos de vida.

Dada que estas son las dos variables ejes, la medicina antienvejecimiento se ha dedicado a poner atención a la mejora de los aspectos físicos, mentales y sexuales prometiendo garantizar la calidad de los mismos y el mantenimiento de sus funciones optimas en el mayor tiempo posible. Es la propuesta del wellness o bienestar que de alguna manera ya antes había sido planteado como parte de la definición de salud de los organismos internacionales.

Hay un marcado énfasis promocional en las redes de toda la plataforma que en su entorno se ha creado, desde gestarse como una nueva especialidad médica, cuando en realidad desde el mundo hipocrático ya se le había denominado como “régimen de vida” a la importancia de enfatizar en el desarrollo y cuidado del cuerpo y su interacción con el medio ambiente, la alimentación, la respiración, el ejercicio, la vida sexual, entre otros.

El régimen de vida era la pauta y la intervención médica solo era recomendada cuando la persona violaba estas reglas, entonces el medico “ajustaba la diaitia” o sea el régimen de vida.

El papel del médico era ser “ajustador”, un justiciero, recomendar las medidas preventivas o las de ajuste para recuperar la salud perdida, lo cual sanciona en el juramento Hipocrático al decir “del mal y la injusticia le preservaré”. Hacer justicia, ser justo era comprometerse con ajustar los desajustes realizados por el enfermo.

Así llegamos hoy a una dualidad de un conocimiento legítimo con una empresa gestada en sus alrededores. Una valiosa intención de dar calidad a la vida con una peligrosa industria que al intentar personalizar el bienestar coloca estándares privados a la salud y en su nombre permite que afloren riesgos antes no previstos, como es el caso en que una persona por mantener la juventud, la belleza, las formas pueda apelar a la no maternidad, a la interrupción de un embarazo, a las cirugías estéticas desproporcionadas, o sea cada quien poniendo los límites a lo que considera su bienestar y la medicina sobrepasando de la indicación médica a la búsqueda del bienestar.

Corresponde trabajar por su encauzamiento a la ética del entorno, ya que allí es donde se juegan los principales peligros de que se pervierta lo que en su esencia es lo bueno.

Para el logro de esos intereses se ha desarrollado una farmacopea, especialidades, grados académicos de especialistas que sin negar que sean bien estructurados deberán tomar en cuenta el resto de lo que se mueve a su alrededor, que violenta la ética y convierte la intención curativa de la medicina en una nueva obsesión, la búsqueda constante de la salud fundamentada en las bases individuales del bienestar.

Es lícito y científicamente demostrado que se puede aspirar a todo lo prometido en el anti aging, es válido estudiar para lograrlo, es necesario que la ciencia avance dando fundamento a estas pretensiones, pero corresponde a la bioética, al acompañamiento moral de la búsqueda de la salud observar el mercantilismo que a su alrededor se gesta, porque puede causar más daño que bien.

Corresponde a los ministerios de salud y al mundo hospitalario velar por mantener la pulcritud de los nuevos acontecimientos médicos, acreditar lo validado, habilitar a sus mejores representantes y sancionar de manera ejemplar con el peso de la ley a quienes tergiversan esos caminos convirtiendo la salud en mercancía.

Dr. Miguel Suazo

Médico bioeticista

Coordinador de bioética y ética institucional del Hospital General Plaza de la Salud.