Santo Domingo.- La ambliopía, popularmente conocida como «ojo vago», es la causa más frecuente de pérdida de la visión en los niños y es una afección en la cual el ojo y el cerebro no están trabajando juntos como deberían.
Es una enfermedad silenciosa que se da por una falla a nivel de las conexiones visuales y cerebrales que causa que el cerebro no reconozca completamente las imágenes observadas por un ojo o por ambos y entonces empieza a ignorar esas imágenes que no se ven claras por lo que el ojo empieza a perder capacidad de visión. Ocurre en aproximadamente a 2 ó 3 de cada 100 niños.
De acuerdo a la doctora Stephanie Vásquez Almonte, cirujano oftalmólogo del Instituto Espaillat Cabral, generalmente los pacientes observan una imagen defectuosa que interfiere con la capacidad de ver adecuadamente con los dos ojos porque el cerebro no está recibiendo imágenes adecuadas y por tanto no procesa esa información correctamente en el sistema visual.
Le puede interesar:
Dr. Herbert Stern resume la historia de la residencia de oftalmología del INDEN
La especialista en estrabismo y catarata pediátrica, indicó que cuando existe dicha alteración a nivel visual-cerebral se va a producir la falta de capacidad visual y por ende se ve impedido el adecuado funcionamiento de las habilidades del niño y la adquisición de destrezas, ya que este no puede definir con exactitud lo que está a su alrededor y lo que se le enseña.
“La disminución de la capacidad visual provoca defectos a nivel neuronal, de percepción y clínicos, y como consecuencia afecta el aprendizaje, la inteligencia y el adecuado desarrollo de nuestros niños. Es por esto que es común en consulta ver padres con niños que están teniendo retrasos del aprendizaje, dificultades en el deporte, problemas para ver la pizarra o que se pegan mucho a las pantallas electrónicas. Muchas veces los catalogan como niños inquietos, haraganes o falta de talento para los deportes”, agregó Vásquez Almonte.
Existe un período crítico y temporal en el que se puede estimular a nivel cerebral para lograr desarrollar una buena capacidad visual y habilidades en el niño. Por lo que con una atención oportuna lograríamos diagnósticos a tiempo y así mejores oportunidades de terapias y pronóstico de tratamientos.
Esperar que el niño crezca para chequearlo o no recibir un diagnóstico correcto podría causar pérdida irreversible de la visión en el futuro. Así que, mientras más temprano inicie el tratamiento va a ser más beneficioso para el paciente, y es posible lograr en esos niños y adolescentes una mayor capacidad visual para un mejor futuro.