Estados Unidos.- La telesalud se ha convertido en una forma comprobada y valiosa de brindar atención de enfermedades cardiovasculares (ECV), pero las limitaciones actuales, incluido el acceso a la tecnología, dificultan la adopción generalizada, concluye la Asociación Estadounidense del Corazón (AHA) en una nueva declaración científica.
Según información publicada en https://www.medscape.com/ el presidente del grupo de redacción, Edwin A. Takahashi, MD, Facultad de Medicina de Mayo Clinic, Rochester, Minnesota, dijo que «la utilización de la telesalud creció enormemente durante la pandemia de COVID-19. Esta oportuna declaración científica de la AHA destaca las fortalezas y limitaciones de la telesalud e identifica áreas para futuras investigaciones e innovaciones que ayudarán a optimizar la incorporación de la telesalud en el futuro de la práctica clínica».
Los beneficios de la telesalud son especialmente importantes para los adultos con CVD, que afecta de manera desproporcionada a los grupos minoritarios raciales y étnicos de nivel socioeconómico más bajo, que a menudo enfrentan barreras para recibir atención, señalan.
Le puede interesar:
Roche recibe uso de emergencia de la FDA para test de viruela del mono
La experiencia clínica ha demostrado que la telesalud puede facilitar el manejo de muchas ECV, incluida la detección de arritmias, insuficiencia cardíaca, hipertensión, enfermedad arterial coronaria e infarto de miocardio.
El grupo de redacción señala, sin embargo, que varios desafíos pueden impedir un uso más generalizado de la telesalud en las enfermedades cardiovasculares.
Para los profesionales de la salud, estos desafíos incluyen la aceptación y adopción de la tecnología de telesalud; políticas inconsistentes de reembolso y concesión de licencias; desafíos logísticos en la programación y el mantenimiento del flujo de trabajo; y falta de infraestructura para analizar datos de dispositivos monitoreados remotamente.
Los pacientes con CVD también pueden enfrentar desafíos, incluidos recursos limitados para acceder a tecnología y dispositivos para adultos mayores y poblaciones de escasos recursos; barreras de alfabetización en salud, incluidas las barreras culturales y de idioma que pueden impedir que las personas usen plataformas digitales, dispositivos portátiles de consumo y otros dispositivos; y acceso deficiente a Internet.